martes, 25 de diciembre de 2012
Las rifas para viaje de fin de curso
jueves, 22 de noviembre de 2012
León el Africano, de Amin Maalouf
viernes, 9 de noviembre de 2012
¿Me dice su nombre para dirigirme a usted?
martes, 30 de octubre de 2012
La Gran Transformación, de Karl Polanyi
jueves, 13 de septiembre de 2012
Visita al médico por un problema puntual
miércoles, 12 de septiembre de 2012
La Diada de l´ engany
viernes, 20 de julio de 2012
Delincuentes habituales (por Liliana Bastián)
Si de quien roba a un ladrón se dice que tiene cien años de perdón, ¿qué podríamos decir de los que compran la mercancía que ha robado otro? pues va a haber que inventar un refrán que resuma lo que los juristas denominan "receptación", que es el término que se aplica al acto mediante el cual, un sinvergüenza se aprovecha a medias de lo que otro sinvergüenza le ha quitado a un inocente, después de que éste lo ganara con su esfuerzo y por medios honestos.
Y cuando pillan al segundo sinvergüenza in fraganti, adquiriendo la mercancía robada por el primer sinvergüenza, no le sirve alegar que él ignoraba la procedencia de ese artículo, que actuaba de buena fe, que su economía no le permitía pagar más de lo que se le pedía por él, que si fue crudo o que si no coció, porque de todas formas se le considera un delincuente, lo que sin duda son(somos) todos los consumidores, en mayor o menor medida, cuando nos tiramos a comprar lo más barato sin pararnos a mirar o a pensar en nada más que en nuestra conveniencia más inmediata, es decir, el precio en cifras que nos aparece en la etiqueta o en la página web.
miércoles, 18 de julio de 2012
Algunas preguntas que respondería un niño de cinco años
¿A quiénes benefician las políticas neoliberales?
miércoles, 20 de junio de 2012
Últimas tardes leyendo últimas tardes con Teresa
miércoles, 13 de junio de 2012
23 cosas que no te cuentan del capitalismo
lunes, 21 de mayo de 2012
Un sábado cualquiera...
miércoles, 9 de mayo de 2012
MOVILIZACIÓN SOCIAL: 15M-12M
lunes, 7 de mayo de 2012
Aicnàlubma
miércoles, 18 de abril de 2012
La democracia del espectador
Lo que cuento a continuación, muy resumido, aparece en su libro “Libertad, Liberalismo, Democracia”. Un librito de sólo 104 páginas, todas ellas muy buenas.
Bien, cuenta el doctor Muniesa en su ensayo que en 1968 el Gobierno estadounidense, con Lyndon B. Johnson al frente, encargó un estudio secreto a un equipo dirigido por el periodista Walter Lippmann. Este informe se denominó: La teoría progresiva acerca del pensamiento democrático liberal y los medios informativos.
Dicho informe partía de la tesis de que sólo una élite especializada de hombres responsables está en condiciones de tratar los verdaderos problemas de una sociedad y de resolverlos satisfactoriamente para la nación (se refería a los EEUU). Este informe introdujo el concepto de democracia progresiva, que distingue dos tipos de ciudadanos.
En primer lugar, aquellos ciudadanos que asumen un rol activo en cuestiones de gobierno y administración: la élite especializada, es decir, aquellos que analizan, toman decisiones, las ejecutan, que controlan y dirigen los procesos que implican sobre todo a lo político y lo económico.
En segundo lugar, lo que aquel informe llamaba rebaño descarriado, o sea, la casi totalidad de la población civil, de la cual deben protegerse los intereses de la nación.
Según el informe los ciudadanos deben ocuparse únicamente de sus propios asuntos personales y sólo de ellos. Cualquier otra tentación, tanto si busca asociarse para crean un movimiento social como si aspira a intervenir de algún modo en los asuntos políticos, para los cuales no está capacitado, deber ser valorada como peligrosa.
En este mismo informe se introdujo el concepto de revolución en el arte de la democracia para fabricar consensos, es decir, para producir en la población civil –mediante la propaganda- la aceptación de cuestiones incluso no deseadas, hábilmente manipuladas y decididamente presentadas como necesarias e inevitables.
En los años ochenta el sociólogo J. F. Lippset recibió un encargo de la Administración Reagan: otro informe que actualizaría el de Lippmann, ya fallecido. La élite –dice el informe- debe ser consciente de no sucumbir a ciertos dogmatismos democráticos, los cuales afirman que en democracia los ciudadanos son los mejores jueces. Un error, porque no lo son. Somos nosotros (la élite sabia) los mejores jueces de los asuntos públicos y como tales no debemos permitir que los juicios erróneos que provienen de la sociedad civil interfieran la seguridad nacional. Y para ello contamos con un instrumento extraordinario: la propaganda.
Tanto para Lippmann como para Lippset, la clave del éxito está en el control de la opinión pública y la subordinación de la sociedad civil.
La Fórmula Valley, teorizada en la Universidad de Yale en 1998, explica cómo combatir los movimientos sociales que brotan en la sociedad civil por disconformidad, rechazo o demandas explícitas contra situaciones injustas o lesivas para la sociedad o parte de ella. La fórmula establece que: llegados tales casos, las instancias de poder deben desacreditar tales movimientos y el argumento debe ser presentarlos como perjudiciales para la nación.
Todo esto me recuerda las, al menos, dos visiones que existen de la democracia:
a) aquella visión en la que la sociedad civil tiene a su alcance recursos para PARTICIPAR de modo significativo en la gestión de los asuntos, tanto particulares como públicos, en un contexto de medios de información libres e imparciales.
b) Aquella otra en la que el sistema de poder considera que la sociedad civil no debe interferir en la gestión pública, salvo en el acto de votar cada cierto tiempo. Es decir, que debe limitarse a DELEGAR en sus representantes.
Yo, obviamente, me quedo con la primera visión, pero resulta evidente que la casta política, aunque jamás lo reconocerá, aboga por la segunda.
¡Buenas noches y buena suerte!
domingo, 15 de abril de 2012
Raíces económicas del deterioro ecológico y social
El autor reinterpreta problemas sociales y ambientales desde perspectivas más amplias de las habituales.
A continuación presento algunos de los temas que desarrolla este ensayo.
La actual ciencia económica se consolidó en el estudio exclusivo de los valores monetarios, cortando el natural cordón umbilical con la ecología.
La economía, como disciplina que trata de la asignación de recursos que son limitados, nunca debió olvidar su base física: los recursos naturales (alimento, materias primas, fuentes de energía).
La idea de crecimiento surge en el siglo XVIII, bajo una visión organicista de la Tierra apoyada en una concepción, entonces vigente, de permanente crecimiento de animales, plantas y minerales. La idea de crecimiento resultaba entonces coherente con la creencia de un mundo físico en expansión, que incluía el reino mineral. En aquella concepción equivocada el crecimiento económico se correspondía con el crecimiento físico.
A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX la geodesia, la mineralogía y la química modernas desautorizaron la antigua idea del crecimiento de los minerales y de la Tierra misma, por ello, los economistas clásicos no pudieron menos que aceptar que el crecimiento de la población, la producción y los consumos (materiales) resultaban inviables a largo plazo.
No obstante, los economistas de finales del siglo XIX y principios del XX, llamados neoclásicos, acabaron vaciando de materialidad la noción de producción, separando ya por completo el razonamiento económico del mundo físico, y completando así la ruptura epistemológica que supuso desplazar la idea de sistema económico –con su carrusel de producción , consumo y crecimiento- al mero campo del valor.
La mitología del crecimiento subraya sólo la parte positiva del proceso económico –las ganancias de dinero y su supuesta utilidad- cerrando los ojos a los daños sociales y ambientales que origina. Así el término producción se acuñó y popularizó como parte del discurso económico dominante, para encubrir el doble daño ambiental: la extracción de recursos y la emisión de residuos. Este último, principal problema ecológico de los países ricos.
Ciertamente, en los años setenta, a raíz de las crisis energéticas (1973 y 1979) y tras cierta concienciación sobre la problemática (deforestación, deterioro de suelos, posible aumento de la desnutrición, enfermedades, conflictos,…) se llega a cuestionar el sistema productivo en muchos foros (el PNUMA -Programa de la Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente-, los informes Meadows sobre los límites del crecimiento, etc.). Desgraciadamente, en los años ochenta el abaratamiento de las materias primas y el oportuno lavado de imagen condujeron a que se olvidaran o tildaran de catastrofistas las anteriores advertencias.
En la actualidad se trata de tranquilizar a la población con políticas de “imagen verde”, en que todo tiende a calificarse de ecológico y sostenible, ocultando o banalizando las contradicciones y daños ocasionados sin cambiar los criterios de gestión.
Asimismo, el concepto de crecimiento fue sustituido por el de desarrollo, mucho más amable. Que a su vez aderezado con el mágico adjetivo sostenible, acabó por ocultar un hecho incontrovertible: si por desarrollo se acepta el crecimiento de cualquier variable física –y así es- el desarrollo esconde crecimiento y por tanto, la expresión “desarrollo sostenible” acaba resultando una contradicción en términos, un oxímoron.
El ensayo se adentra en muchos aspectos que sería prolijo reseñar en este post, por lo espero los trazos aquí dados sirvan para despertar la curiosidad del lector por este excelente ensayo.
Para acabar quiero citar una anécdota que también cuenta Naredo en su libro.
Cuando la India logró la independencia, unos periodistas le preguntaron a Gandhi si el nuevo país trataría de lograr el nivel de vida británico. A lo cual respondió el líder indio: “Si el Reino Unido ha necesitado expoliar medio planeta para conseguir ese nivel de vida, ¿cuántos planetas necesitaría la India?."
viernes, 23 de marzo de 2012
La historia de Manolo
A por los trabajadores solidarios
Aquí es donde opera la Reforma Laboral del PP. Las posibles causas económicas y demás no hay que ponerlas en relación a las medidas que se toman, sino que justifican cualquier medida. Se podrían haber tomado otras medidas (reducción de jornada, suspensión temporal, o en caso de despido valorar otras opciones…). Pero las consecuencias concretas de la medida son muy claras, la empresa ha puesto a su disposición la indemnización máxima por despido objetivo, 12 mensualidades o sea 24.677’23€. Si el despido fuera improcedente, a Manolo tendrían que pagarle 42 mensualidades o sea 86.370’30€, es decir tres veces más. ¿porqué despiden a Manolo?, porque además de que la Reforma Laboral se lo permite, él siempre ha sido un cualificado defensor de los derechos laborales, habiendo formado parte de distintos comités de empresa y de la dirección provincial de CCOO. Este es uno de los objetivos de la Reforma, sustituir trabajadores altivos con derechos, por trabajadores agachados con contratos basuras.”
domingo, 18 de marzo de 2012
El mito de la guerra buena
La mayoría de trabajos sobre el conflicto bélico asumen la premisa de que el país americano se convirtió en adalid de los ideales de democracia, libertad y justicia (“Carta del Atlántico”, firmada por F.D. Roosvelt y W. Churchill). Asimismo, el cine de Hollywood se ha encargado exitosamente de propagar esas ideas.
Sin embargo, en este estudio se pretende demostrar que las políticas interior y exterior de país americano estuvieron –y están- guiadas por intereses industriales, comerciales y financieros privados. Los intereses de la élite del poder americana que tan bien ha descrito Charles Wright Mills.
En un primer momento esos intereses estuvieron mejor servidos desde la neutralidad comerciando tanto con los aliados como con los nazis. No olvidemos que los EEUU tardaron más de dos años en entrar en guerra, y si lucharon contra el nazismo fue porque el apoyo al Reino Unido les abría mayores perspectivas de negocio en las colonias británicas y en propio país británico.
La guerra fue para EEUU maravillosa. Puso en marcha toda la maquinaria industrial americana permitiéndoles salir de la Gran Depresión de los años treinta. Sólo el ejército absorbió a millones de hombre y mujeres; 16 millones se alistaron, muchos para tener empleo.
El pleno empleo acarreó demanda de mejoras salariales, hubo multitud de huelgas –muchas prohibidas- y aumentaron considerablemente los salarios.
Por primera vez los trabajadores americanos se encontraban en condiciones de igualdad con sus jefes, de demandar mejores sueldos y mejores condiciones laborales. Por supuesto, no negociaron individualmente sino a través de la negociación colectiva, los sindicatos. Los trabajadores comenzaron a entender y experimentar las ventajas de la solidaridad y la organización.
La élite del poder aprendió dos lecciones importantes: que la explosión económica de los años cuarenta provocada por la guerra podía suponer elevados beneficios, pero también que un virtual pleno empleo daba al mundo laboral muchas ventajas: la huelga era un arma extremadamente efectiva.
Es entonces cuando los patrones de EEUU y del mundo descubren una fórmula infinitamente más ventajosa para ellos: mantener una permanente crisis económica, que bien manejada, combinara elevados beneficios con altos niveles de desempleo. Un modelo que permite contratar a tiempo parcial, pagar salarios bajos y ofrecer peores condiciones laborales, en otras palabras, la precarizar el mercado laboral.
Todo esto nos resulta muy familiar ahora, ¿verdad?
Me he referido en esta reseña a la lucha de clases, pero el ensayo trata también de otros aspectos. El papel fundamental de la Unión Soviética en la derrota de los nazis; la demonización (y utilización) de la misma URSS ya en la Guerra Fría por parte de los EEUU para combatir las ideas de izquierda y para alimentar a la industria armamentística; los negocios de empresas norteamericanas como Coca-Cola, Opel (de General Motors), Ford, IBM, Standard Oil, etc. con la Alemania nazi, incluso durante la guerra; la exculpación en los juicios de Nüremberg de los capitalistas alemanes que financiaron a los nazis; el papel de Japón, etc.
En definitiva, un libro muy recomendable que, además de aportar luces sobre una guerra tan manipulada por la Historia oficial, nos ofrece algunas claves para entender el momento actual.
domingo, 4 de marzo de 2012
La porra y el libro
La eterna lucha entre la fuerza bruta y la razón. Entre quienes tratan de esgrimir argumentos razonables y quienes tratan de imponerse por la fuerza, en este caso el Estado, monopolio de la violencia legal.
Evidentemente, se trata de una caricatura: seguramente no todos los estudiantes serán tan lúcidos como Sánchez Dragó (¡ejem!) y, es más que probable que entre los policías haya más de un licenciado universitario al que la sociedad no le ha ofrecido otra cosa que defender el orden, quiero decir el orden establecido; un espacio donde no hay lugar para el diálogo.
¿Quién no recuerda aquella mole humana, cientos de kilos de carne de aspecto terrorífico que jugaba de pivot al baloncesto, que intimidaba a sus adversarios solo con la mirada? Pat Ewing, que daba miedo hasta por televisión, era licenciado en Bellas Artes.
Es posible que entre los policías hubiese también algún licenciado en Bellas Artes. Y lector de Thomas de Quincey.
Algunos dirán, en descargo de las Fuerzas de Seguridad del Estado (represor), que los policías no son más que probos funcionarios que tratan de cumplir su labor lo mejor que hieren, que obedecen órdenes. Y tienen razón, hasta cierto punto. En Grecia, un país que está solo un poquito más allá de Valencia, ya ha habido policías que se han negado a cargar contra el pueblo.
Todo sea que el El Corte Inglés, que siempre está ideando maldades para incitar al consumo –el último, “ya CASI es primavera en El Corte Inglés”- no vaya a inventar algo conmemorando “el día del libro y la porra”. No quiero dar ideas. Yo seguiré quedándome con mi Sant Jordi: con sus libros y con sus rosas.
lunes, 27 de febrero de 2012
Diario Público, R.I.P.
TVE daba la noticia con el lamento de que en España se perdía pluralidad informativa. Mi temor va en esa misma línea, aunque yo no tendría la candidez de hablar de pluralidad informativa en un país donde existe una gran concentración de medios de comunicación en muy pocas manos, y todas ellas muy conservadoras.
Pienso que “Público”, a pesar de sus defectos, ha sido un periódico que ha enganchado a un sector de la población que se identifica con una determinada visión de la sociedad. De la misma manera que hay lectores de “El País” o “ABC” que parecen pavonearse con su periódico bajo el brazo, también Público había logrado su nicho –¡qué desafortunada palabra!- entre cierto sector de la población identificado con eso tan vaporoso que llamamos izquierda.
Yo no sé si es casualidad que el único diario de ámbito estatal que se ha atrevido a cuestionar muchas verdades de la sabiduría convencional vaya a desaparecer en su edición en papel. Otros medios han sufrido la crisis de la publicidad, han estado cerca de la quiebra, como “El País”, pero siempre ha habido un alma caritativa (léase: un banco) dispuesta a refinanciar la deuda a cambio de ejercer mayor o menor control en los órganos de administración (tradúzcase: en los contenidos, en la línea editorial, etc.)
Así pues, nos encontramos ante un periódico poco atractivo para el gran capital, tal vez porque ha tenido la fea costumbre de estar permanentemente metiendo el dedo en la llaga o, sencillamente, porque sus ventas no han sido lo suficientemente altas. O por ambas cosas.
Tampoco sé si las empresas anunciadoras preferirán anunciarse –o estarán dispuestas a pagar más- en otros medios de comunicación dirigidos a sectores de población más pudientes que, obviamente, no compran Público. Las empresas saben perfectamente que la publicidad resulta más influyente sobre las personas con rentas más altas.
Bueno, el caso es que todo eso son cábalas, y lo cierto es que ya no podremos comprar “Público” en el quiosco.
Lamento enormemente el cierre del diario y me uno a las miles de condolencias por tan sensible pérdida.
Aunque no sea lo mismo seguiremos leyéndolo en Internet.
miércoles, 22 de febrero de 2012
Educación para la ciudadanía
Este libro no es un manual para estudiantes de la moribunda asignatura que parece sugerir su título, sino un ensayo en el que los autores desmenuzan con una lógica aplastante conceptos como ciudadanía, libertad, razón, estado de Derecho o democracia, y los enfrenta a una realidad que presume injustificadamente de regirse por estos principios.
Y es que según los autores, dichos principios, obviamente deseables, son absolutamente incompatibles con el sistema capitalista donde, por ejemplo, la voluntad de la mayoría –democracia- no es posible cuando un grupo poderoso secuestra esa voluntad para servir a sus intereses.
Se trata de un libro muy recomendable que invita, asimismo, a la reflexión.
En él aparece una clarividente cita de un parlamento de Salvador Allende en las Naciones Unidas en 1972.
“Estamos frente a un verdadero conflicto frontal entre las grandes corporaciones económicas y los Estados. Estos aparecen interferidos en sus decisiones fundamentales, políticas, económicas y militares, por organismos globales que no dependen de ningún Estado. Y es que en la suma de sus actividades no responden ni están fiscalizadas por ningún parlamento, por ninguna institución representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda la estructura política del mundo la que está siendo socavada. Las grandes empresas transnacionales no sólo atentan contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino que su acción avasalladora e incontrolada se da también en los países industrializados en que se asientan.”
Este discurso fue aclamado durante casi cinco minutos de aplausos en la Asamblea General. A Allende le quedarían apenas diez meses de vida. El 11 de septiembre de 1973, el golpe de Estado de Augusto Pinochet acabaría con su vida y con la democracia en Chile.
jueves, 16 de febrero de 2012
Carta abierta de Mikis Thodorakis y Manolis Glezos
Luchando contra la clase de la riqueza, los ciudadanos de Atenas señalaron el camino para la constitución de Pericles y la filosofía política de Protágoras, quien dijo: “El hombre está muy por encima de todo el dinero”
Hoy en día, los ricos están tratando de tomarse la venganza en la mentalidad humana: “Los mercados están muy por encima de todos los hombres” es el lema que nuestros líderes políticos abrazan gustosamente, aliados al demonio dinero como nuevos Faustos.
Un puñado de bancos internacionales, agencias de información, fondos de inversión, en una concentración mundial del capital financiero sin precedentes históricos, reivindican el poder en Europa y en todo el mundo y preparan la abolición de nuestros estados y nuestra democracia, con el arma de la deuda, para esclavizar la población de Europa, poniendo en el lugar de las imperfectas democracias que tenemos la dictadura del dinero y la banca, el poder del imperio totalitario de la globalización, cuyo centro político está fuera de la Europa continental a pesar de la presencia de poderosos bancos europeos en el corazón del imperio.
Comenzaron con Grecia, utilizados como cobayas para trasladarse a otros países de la periferia europea, y poco a poco hacia el centro. La esperanza de algunos países europeos para escapar eventualmente demuestra que los líderes europeos se enfrentan a un nuevo “fascismo financiero”, no haciéndolo mejor que cuando se enfrentaron a la amenaza de Hitler en el período de entreguerras.
No es una casualidad que una gran parte de los medios de comunicación controlados por el banco se trate a los países de la periferia de Europa como “cerdos – pigs” y su campaña mediática, sádica y racista, vaya teñida de desprecio. Sus medios de comunicación no se dirigen sólo contra los griegos, sino también contra la herencia griega y la antigua civilización griega. Esta opción muestra los objetivos profundos y ocultos de la ideología y de los valores del capital financiero, promotor de un capitalismo de destrucción.
El intento de los medios de comunicación alemanes de humillar símbolos, como la Acrópolis o la Venus de Milo, monumentos que fueron respetados incluso por los oficiales de Hitler, no es sino una expresión del profundo desprecio de los banqueros que controlan los medios de comunicación, ya no tanto contra los griegos, sino sobretodo contra las ideas de libertad y democracia que nacieron en este país.
El monstruo financiero ha producido cuatro décadas de exención de impuestos para el capital, todo tipo de “liberalización del mercado”, una desregulación amplia, la abolición de todas las barreras a los flujos financieros y las especulaciones, los constantes ataques contra el Estado, la compra de partidos y medios de comunicación, la apropiación del excedente por un puñado de vampiros: los bancos mundiales de Wall Street. Ahora bien, este monstruo, un verdadero “Estado tras los Estados” parece preparado para asestar un “golpe de Estado permanente” financiero y político, y para más de cuatro décadas.
Frente al ataque, las fuerzas políticas de derecha política y la socialdemocracia parecen comprometidas después de décadas de entreguismo al capitalismo financiero, cuyos centros más grandes están fuera de Europa. Por otro lado, los sindicatos y los movimientos sociales aún no están lo suficientemente fuertes como para bloquear el ataque de manera decisiva como lo hicieron muchas veces en el pasado. El nuevo totalitarismo financiero busca aprovechar esta situación para imponer condiciones irreversibles en toda Europa.
Hoy, es tan necesario como urgente la coordinación inmediata y transfronteriza de los intelectuales, las gentes de las artes y las letras, los movimientos espontáneos, las fuerzas sociales y las personalidades que comprenden la importancia del reto; necesitamos crear un frente de resistencia potente contra “el imperio totalitario de la mundialización” que está en marcha, antes de que sea demasiado tarde.
Europa solo puede sobrevivir si presenta una respuesta unida contra los mercados, un reto mayor que el de ellos, un nuevo “New Deal” europeo.
Debemos detener de inmediato el ataque contra Grecia y los otros países de la UE en la periferia, hay que poner fin a esta política irresponsable y criminal de austeridad y privatización, que condujo directamente a una crisis peor que la de 1929.
Las deudas públicas deben ser reestructuradas de forma radical en la Eurozona, especialmente a expensas de los gigantes de la banca privada. Los bancos deben volver a ser evaluados y la financiación de la economía europea debe estar bajo control social, nacional y europeo. No es posible dejar la llave financiera de Europa en manos de los bancos, como Goldman Sachs, JP Morgan, UBS, Deutsche Bank, etc … Hay que prohibir los excesos incontrolados financieros que son la columna vertebral de capitalismo financiero destructivo y crear un verdadero desarrollo económico en lugar de ganancias especulativas.
La arquitectura actual, basada en el Tratado de Maastricht y las reglas de la OMC, ha instalado una máquina en Europa para fabricar deuda. Necesitamos un cambio radical de todos los tratados, la sumisión del BCE al control político de la población europea, una “regla de oro” para un mínimo del nivel social, fiscal y medioambiental de Europa. Necesitamos urgentemente un cambio de paradigma, un retorno al estímulo de crecimiento a través de la demanda de nuevos programas de inversión europeos, las nuevas regulaciones, los impuestos y el control del capital internacional y instalación de flujos, una nueva forma de proteccionismo suave y razonable en una Europa independiente sería protagonista en la lucha por un mundo multipolar, democrático, ecológico y social.
Llamamos a las fuerzas y personas que comparten estas ideas a convergir en un amplio frente de acción europea lo antes posible, para producir un programa de transición de Europa, para coordinar nuestra acción internacional, con el fin de movilizar a las fuerzas del movimiento popular, para revertir el actual equilibrio de fuerzas y derrotar a los líderes actuales históricamente irresponsables de nuestros países, con el fin de salvar a nuestro pueblo y a nuestra sociedad antes de que sea demasiado tarde para Europa.”
MikisTheodorakis
Manolis Glezos
lunes, 6 de febrero de 2012
“El gobierno va a hacer lo que hay que hacer”
Este latigazo lanzó el otro día la vicepresidenta del gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. De esta sencilla frase se desprenden algunas cosas. A mí se me ocurren las siguientes:
Primero: la imprecisión (mejor dicho, ocultación) del mensaje, ¿qué es (exactamente) lo que van a hacer?, ¿es un secreto?, ¿no se puede decir?, o ¿tal vez es demasiado complicado para que lo entienda una población ignorante?
Segundo: parece una advertencia para que nadie haga preguntas, es una frase cerrada, sin posibilidad de réplica o, sencillamente, de formular preguntas aclaratorias. Un dejar claro que van a actuar y que no tienen que dar explicaciones a nadie porque son el gobierno. De ello se desprende el escaso cariz dialogante de estos gobernantes y en última instancia, de la escasa sensibilidad democrática; nula atención a otras opiniones, a otras maneras de ver la realidad
.
Tercero: Son conscientes de que las medidas que van a tomar son impopulares, si fueran agradables para la mayoría de la población se recrearían en contarlas al detalle.
Cuarto: Ese “lo que hay que hacer” es un intento de transmitir que sus medidas no son fruto de un determinado posicionamiento ideológico sino que son las únicas posibles, las que dictaría el sentido común a cualquiera con dos dedos de frente. ¿Prepotencia intelectual? Tal vez, si al menos se tratara de intelectuales. Dejémoslo en prepotencia, a secas.
Este es el nuevo disfraz que se ha puesto el neoliberalismo económico: vestirse de sentido común, que es –recuerden- el menos común de los sentidos.
Lo cierto es que en este país no se permite que haya un auténtico debate ni en los medios de comunicación de masas ni en clase política.
Existen voces autorizadas, intelectuales, economistas, que discrepan sobre las políticas que se ordenan desde Bruselas, pero los grandes medios de comunicación tratan de ahogar esas opiniones que, sin embargo, pueden encontrarse fácilmente en otros medios minoritarios y en Internet.
Es una lucha desigual donde los que tienen el poder -el poder económico-, básicamente la banca y las grandes corporaciones, controlan los medios de comunicación y la clase política.
Lo dicho, lo llaman democracia y no lo es.