miércoles, 20 de junio de 2012

Últimas tardes leyendo últimas tardes con Teresa


Las tardes de junio son buenas para leer Últimas tardes con Teresa. Los días son largos y la luz del día acaricia hasta tarde las páginas de un libro. Ovillado en el sofá leo en voz alta mientras Laura escucha ilusionada.
La novela de Marsé nos traslada a la Barcelona de los años cincuenta. La historia: el encuentro entre el Pijoaparte, un inmigrante del sur que malvive delinquiendo y Teresa Serrat, una estudiante universitaria, burguesita y de izquierdas. Un amor imposible entre dos mundos opuestos. El reflejo de una época gris, y una retahíla de topónimos que evocan mi barrio, mi ciudad y mi tierra. El Carmelo, la calle Gran Vista, la Calle Cartagena junto al Hospital de Sant Pau, el Parque Güell, la Avenida Virgen de Montserrat, el Paseo Maragall,… y ya fuera de Barcelona, una torre -como llamamos en Catalunya a los chalets- en Blanes.  Y allí donde nace la Costa Brava, un roquedo, un pinar, unas olas que escupen algas, un día de verano, soleado, un cielo azul solo violentado por algunas nubes deshilachadas.
Últimas tardes con Teresa es una de las novelas más bellas que he leído jamás. Yo, acurrucado en el sofá, y ella tumbada sobre una manta con la mirada perdida en esa Barcelona de posguerra.
Lector o lectora impenitente, si no la has leído, no sabes lo que te has perdido, ¡corre a cogerla!, aún es junio y los días todavía son largos.

miércoles, 13 de junio de 2012

23 cosas que no te cuentan del capitalismo


En la portada aparecen dos perros; uno es desproporcionadamente grande con respecto al otro. Entre ellos el título del libro: “23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo”. Frase sugerente que me animó a leerlo.
Escrito por el coreano Ha-JoonChang, especialista en economía del desarrollo y profesor de economía en Cambridge, el libro repasa 23 mitos del capitalismo que el autor trata de desenmascarar.
El profesor Chang advierte en las primeras páginas que se considera un economista partidario del sistema capitalista, luego su crítica no es contra el sistema en sí, sino contra su versión más salvaje: el neoliberalismo. Estamos, pues, ante un socialdemócrata. Bien, hechas las presentaciones voy a comentar los tres primeros mitos para ir abriendo boca.

El mercado debe ser libre, dicen los neoliberales. Si interviene el gobierno los recursos dejan de fluir con la máxima eficacia; si la gente no puede hacer lo que le resulta más rentable, pierde alicientes para invertir e innovar.
Falso: Todos los mercados tienen reglas y límites, acotan la libertad de elección. No existe un mercado objetivamente libre. Pensemos, por ejemplo, en la legislación sobre trabajo infantil (cuando se suprimió algunos protestaron enérgicamente: si un niño quiere trabajar y un empresario lo necesita, ¿quién es el gobierno para impedirlo?). También hubo un tiempo en que se comerciaba con seres humanos (esclavos). Afortunadamente, también ahí se limitó la libertad de mercado. En realidad, la tendencia ha sido introducir más normas. Así cuando un economista neoliberal dice que no hay que introducir una regulación determinada porque limitaría la “libertad” de un determinado mercado, no hace sino manifestar una opinión política, la de que rechaza los derechos que defendería la ley propuesta.

Otro de los mitos es aquél que considera que los directivos de las empresas están interesados en el éxito de la empresa, ya que eso redunda en beneficio de los propietarios (accionistas).
Lo cierto es que salvo cuando un solo accionista tiene muchas acciones, los accionistas tienen mucha movilidad (venden y compran acciones), luego, les interesa más el beneficio a corto plazo que un proyecto de empresa sostenible. De hecho son los que menos se implican en su viabilidad a largo plazo, ya que fácilmente pueden salirse de la empresa vendiendo sus acciones.
En países como Alemania los trabajadores, más interesados en la viabilidad de la empresa a largo plazo que los accionistas, tienen representación en el Consejo de Administración. El modelo de las cooperativas también permite que el capital no abandone a los trabadores (ya que son también los propietarios) en busca de mercados de trabajo donde la mano de obra resulte más barata.

Tercer mito: Se paga en función de la productividad. Sólo el mercado laboral libre puede retribuir a las personas de una manera eficaz y justa.
En realidad, la principal causa de la brecha salarial entre países no son las diferencias de productividad sino el control de la inmigración. Ejemplo: un conductor de autobús sueco que cobra 50 veces más que el conductor de Rickshaw indio, pero la razón no está en la productividad de cada uno, es más, seguramente el conductor indio es más habilidoso que el sueco. En realidad la productividad viene dada por el sistema socioeconómico en el que se mueven (mejor tecnología, mejor organización, mejores instituciones, mejores infraestructuras,..Y todo ello debido a acciones colectivas que se  han forjado durante generaciones).

Como avancé al principio no voy a desvelar toda la trama del libro, invito a lector o lectora a que lo descubra. Aunque sea un libro que trata de economía, se lee de forma amena y es de fácil comprensión.