sábado, 27 de febrero de 2010

Torremolinos 73 y el paso del tiempo

Ayer visioné en DVD y en mi casa la película española Torremolinos 73 de Pablo Berger. Estrenada en 2003, el film nos retrotrae a la España de los setenta. Un personaje gris, perdedor, que se dedica a vender enciclopedias, interpretado por Javier Cámara, debe reciclarse, y lo hace filmando e interpretando películas pornográficas caseras que serán comercializadas en Escandinavia.
En mi opinión se trata de una película cinematográficamente hablando muy decente. Una buena dirección, correctas interpretaciones y una magnífica ambientación de la España del tardo franquismo. Los coches de esa época, el SEAT 600; la máquina de escribir portátil; el Dymo, ¿recuerdan el dymo que servía para hacer etiquetas?; la decoración de las viviendas, la moda en el vestir, en los peinados, en la música –oh mami, oh, mami, mami blue, oh mami blue…-.
La película ganó varios premios.
Para mí su visionado ha sido como una vuelta a la niñez y una inquietante constatación del paso del tiempo.

jueves, 25 de febrero de 2010

La supuesta refundición del capitalismo

Hace unos meses se hablaba de que los desmanes del neoliberalismo económico más salvaje nos habían conducido a esta terrible crisis económica y, por tanto, también social; de los excesos de la banca y de la necesidad de refundir el capitalismo. Alguna que otra cumbre de líderes mundiales, y alguna cabeza de turco como la de Bernard Madoff.
Lo cierto es que na de na. El Gobierno –los Gobiernos- siguen aplicando las recetas neoliberales: reducción del gasto público, desregulación del mercado, abaratamiento del despido, aplazamiento de la edad de jubilación, etc.
La mayoría de medios de comunicación –al servicio del gran capital- les sigue el juego, y presentan estas medidas poniendo micrófono y letra a lo que dicen los gurús del neoliberalismo que parecen hablar ex cátedra. Y lo que es solamente una opción ideológica es presentado como una verdad bíblica.
Dicen esos “expertos” que el Estado del Bienestar es incompatible con el desarrollo económico, ¿no será más bien que la insaciabilidad del gran capital no es compatible con el Estado del Bienestar?
¡Qué tiempos aquellos en que, mientras había un bloque comunista en el Este, un referente, una posible alternativa para las clases trabajadoras y, por tanto, una continua amenaza para el capitalismo, en Europa occidental se forjó ese Estado del Bienestar que tanto ha costado lograr y que ahora nos lo quieren robar unos cuantos hijos del capital!

viernes, 19 de febrero de 2010

Sin comentarios


El ex-presidente del Gobierno español José Mª Aznar saludando a grupo de estudiantes en la Universidad de Oviedo que le jalean.
Jueves, 18 de febrero de 2010.



jueves, 18 de febrero de 2010

Planeta de ciudades miseria

Este es el título en español (original: Planet of Slums) de un demoledor ensayo del sociólogo y activista norteamericano Mike Davis. Se trata de un exhaustivo estudio –muy documentado y con multitud de ejemplos- sobre la problemática de las áreas urbanas hiperdegradadas del planeta; un territorio que comprende ya más de la mitad de la población mundial.
Sería imposible en el espacio de este artículo condensar, ni siquiera someramente, toda la información que aporta este profundo estudio así que me limitaré a poner algunos ejemplos que me han resultado especialmente sobrecogedores.
“Viviendo entre la mierda” –uno de los subcapítulos- nos cuenta que la acumulación de excrementos es uno de los principales problemas urbanos. Retretes –muy escasos- a los que para llegar hay que vadear charcos de orines y excrementos. Personas que evacuan en bolsas de plástico que luego tiran a la calle o al tejado del vecino. Setenta millones de personas que defecan al aire libre en la India. En China, donde para las mujeres resulta especialmente humillante, evitan defecar por el día –no comen por la mañana- y lo hacen de madrugada en grupos, aún a riesgo de ataques sexuales o de otros animales.
En otro de los capítulos trata de cómo los desastres naturales afectan especialmente a estas áreas. Un terremoto de intensidad “x” en Guatemala, por ejemplo, provoca una auténtica tragedia mientras otro de la misma intensidad en California o Japón, con viviendas e infraestructuras (es decir, dinero) preparadas para resistir seísmos apenas ocasiona daños. Las lluvias torrenciales causan estragos en las precarias viviendas situadas en suelos enormemente erosionados, pedregosos, donde precisamente viven los más pobres.
Pero lo que no deja dormir a estas gentes son los incendios, la mayoría intencionados. Propietarios del terreno e inmobiliarias que no desean esperar largos procedimientos judiciales para echar a los inquilinos buscan el rápido método del incendio. Rociar un gato o una rata –los perros mueren en seguida- de queroseno y prenderles fuego que se extenderá rápidamente por el poblado les sirve para expulsar a la población y especular con los terrenos.
En el análisis político y económico trata también de la inhibición del Estado como una de las causas de la pobreza; la deuda externa y las constrictivas condiciones que imponen el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (reducción del presupuesto en gastos sociales –entre ellos la sanidad que empeora cada día- pero no en armamento, por ejemplo).
El problema del agua: escasez y contaminación de la misma, la perpetuación del sistema colonial con las élites locales, los cultivos de exportación, la corrupción,… y otras muchos son las cuestiones que trata este interesantísimo libro.
Planeta de ciudades miseria nos ofrece un desgarrador viaje por ciudades como Ciudad de México, Río de Janeiro, Sao Paulo, Buenos Aires, Lima, Bogotá, Teherán, El Cairo, Lagos, Nairobi, Kinshasa, Johannesburgo, Karachi, Bombay, Delhi, Calcuta, Dacca, Shanghai, Pekín, Yakarta, Manila, Seúl,..

martes, 2 de febrero de 2010

Lo que la televisión muestra de Haití



He encontrado un artículo del cronista de La Vanguardia Joaquim Ibarz sobre el tratamiento que la mayoría de televisiones están dando sobre Haití. Como me ha parecido interesante ahí lo tenéis.

Que cada uno haga sus valoraciones.


de Joaquim Ibarz