viernes, 15 de diciembre de 2023

Malentendidos sobre las pantallas que enturbian los debates educativos

 

Resumen de unas reflexiones de Héctor Ruiz Martín (neurobiólogo). El texto original, en catalán, se puede encontrar en https://equitatdigital.cat/malentesos-sobre-les-pantalles-que-enterboleixen-els-debats-educatius/



Conocer los pros y los contras de la tecnología es esencial para tomar las mejores decisiones cuando se trata de incorporarla al aula. Entre las razones que se exponen para cuestionar la presencia de dispositivos (pantallas) en el aula, con frecuencia se incluyen argumentos no fundamentados en la investigación.

Se trata de un debates que no podemos rehuir porque la tecnología está en la sociedad para quedarse.

Veamos algunos de estos argumentos.

 

Las pantallas producen miopía

La miopía está asociada a factores genéticos, pero su aparición y progresión se ve influida por factores ambientales.

Los estudios sobre los efectos oftalmológicos no cuentan con evidencias concluyentes que permitan afirmar que las pantallas incrementen el riesgo desarrollar miopía. Sin embargo, fijar la vista en un punto cercano (puede ser una pantalla o un libro) en comparación con realizar actividades al aire libre, sí podrían tener más riesgos de desarrollar la miopía. Por desgracia, leer mucho incrementa el riesgo de desarrollar miopía.

 

Las pantallas producen trastornos del sueño en los niños

Lo que sugieren los estudios es que el uso de pantallas (incluida la televisión) antes de ir a dormir puede retrasar la conciliación del sueño, presuntamente porque la luz brillante de la pantalla pueden inhibir la secreción nocturna de melatonina, la hormona que regula el ciclo sueño-vigilia. Asimismo, los videojuegos o las redes sociales antes de ir a dormir pueden alterar el sueño ya que pueden provocar una activación emocional. Además existe el riesgo de que posponer la hora de dormir.

 

Las pantallas provocan que los niños tengan menos capacidad de atención

No existen pruebas de que las pantallas tengan efectos persistentes en la arquitectura cognitiva de las personas. Las pantallas nos resultan muy atractivas dado que nuestro cerebro ha evolucionado de manera que nos atraen las promesas de una nueva información que puede ser relevante para nuestros propósitos. Lo que ha cambiado con las pantallas es la posibilidad de acceder a este tipo de información en cualquier momento. Lo que tenemos, pues, no es una menor capacidad de atender sino sencillamente más distracciones. Ha cambiado el entorno, no nuestro cerebro.

 

Las pantallas provocan adicción

Las pantallas no tienen ningún efecto adictivo per se. Las personas no se enganchan a las pantallas porque tengan procesadores de textos (p.e. Word), hojas de cálcula (p.e. Excel) o libros digitales. Aquello que pueda resultar atractivo son determinadas aplicaciones. En especial, son muy seductoras las aplicaciones que continuamente prometen información nueva que el cerebro estima como relevante, como las redes sociales. De hecho, los adolescentes se encuentran en una época del desarrollo que se define como hipersocial, y esto hace que la información de carácter social resulte muy atractiva. No obstante, no se puede hablar de adicción excepto en casos excepcionales.


En conclusión, la escuela no debe únicamente facilitar el uso  de esta tecnología, sino educar en un uso responsable y productivo.