viernes, 29 de enero de 2010

¿Jubilación a los 67 años?,¿estamos locos o qué?

Existe un amplio consenso en los medios de comunicación y persuasión -como diría Vicenç Navarro - en crear alarma social sobre la actual inviabilidad de las pensiones. Nadie mejor el profesor Navarro para desarmar con su habitual razonamiento lógico y erudición los alarmistas argumentos liberales.
Sin más preámbulos invito a leer el artículo "Las pensiones son viables"

Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Es también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 35 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España.


Su página web http://www.vnavarro.org/ es imprescindible.






sábado, 23 de enero de 2010

Un minuto de silencio

Con motivo de la tragedia de Haití –me refiero al terremoto, no a la tragedia continua que ya vivía este país-, es costumbre que en acontecimientos deportivos u otros eventos se guarde un minuto de silencio en memoria –dicen- de las víctimas. A mí me parece que ese minuto es inapropiado; me explico. Pienso que cada día en este mundo se producen tragedias y que la mayoría no merecen demasiada atención por parte de los medios de comunicación, de manera que sólo aquellas que son magnificadas merecen ese estéril homenaje. Yo pienso que, en coherencia, debería hacerse siempre un minuto de silencio –porque siempre hay motivos que lo merecen- o bien, no hacerse nunca, entendiendo que la repetición sucesiva perdería los efectos buscados. En cualquier caso, no comparto la costumbre de celebrar únicamente el minuto de silencio cuando la institución de turno, sea pública o privada, considera que ese gesto va a servir para limpiar o dorar su imagen. En castellano existe una palabra que define muy bien este tipo de comportamientos: hipocresía.

domingo, 10 de enero de 2010

La ética, la estética y la dialéctica

Existen muchas maneras de afrontar el comentario de una obra de arte. A mí personalmente me gusta mucho una que aprendí en la Universidad de Barcelona del entrañable profesor de "Historia del cine" Miquel Porter Moix. Era un método para comentar películas pero supongo que el mismo es extensible a otras artes. Se trataba de analizar en una película los tres aspectos enumerados en el título de este post. La ética sería el mensaje o mensajes que intenta transmitir el autor; la estética, los recursos formales que utiliza (blanco y negro o color, música empleada, movimientos de la cámara, el guión, etc.); y, finalmente, la dialéctica sería la reacción que provoca en el espectador. El éxito en la dialéctica –que el espectador sienta lo que el realizador pretendía- depende de una perfecta conjunción entre ética y estética. Por ejemplo, un película que pretende ser de terror debe dar miedo, si en lugar de dar miedo provocas risas te has confundido en la estética. Lo mismo ocurre si pretendes realizar una comedia y eres incapaz de moldear la más mínima sonrisa en el espectador. Hay que tener en cuenta que la dialéctica varía según el lugar y el tiempo. Aquellas primeras comedias donde el público se desternillaba viendo tartas en la cara o caídas tontas hoy difícilmente provocan risas; el espectador ha visto demasiadas cosas, necesita otros estímulos. O aquellas películas de Drácula que aterrorizaban en los años treinta del pasado siglo hoy pueden parecer ingenuas. De la misma manera hay películas que tuvieron éxito entre el público de su época –un público acostumbrado a una estética, a una ética y con una mentalidad determinada- y que hoy resultan infumables para la mayoría de espectadores. Y es que los tiempos cambian, las mentalidades con él, y con ellos la ética, la estética y la dialéctica.

sábado, 2 de enero de 2010

Cometas en el cielo

Este es el título de la primera novela de Khaled Hosseini, un médico afgano afincado en los EEUU. A pesar de tratarse de un best seller -algún día escribiré de mis prejuicios hacia este tipo de literatura- debo admitir que la novela me ha cautivado. No quiero desvelar detalles por si a alguien le apetece leerla, solo diré que trata fundamentalemente de relaciones humanas y de sentimientos, y todo ello con el trasfondo de una cultura bastante desconocida para nosotros como es la afgana, y con los alicientes de un hilo argumental trepidante que acaba convirtiendo la narración también en novela de aventuras. Entretenida, tierna y dura al mismo tiempo. Altamente recomendable.