miércoles, 27 de junio de 2018

Poderes salvajes



“Controlando la información, el poder político persigue la homologación ideológica y política, haciendo que los ciudadanos no aprendan nada que no sirva para confirmarles las opinión que sus gobernantes quieren suscitar en ellos”
Condorcet



Bajo el título Poderes salvajes. La crisis de la democracia constitucional, Luigi  Ferrajoli hace una síntesis excelente de ensayos ya publicados sobre el deterioro de la democracia constitucional en Italia durante estos últimos años. Lo que cuenta es extrapolable, en mayor o menor medida, al resto de democracias occidentales. España no iba a ser menos.
Brevemente, casi telegráficamente, intentaré esbozar algunas de las ideas que aparecen en este breve -109 páginas- y sugerente libro.
Hilo argumental: la constatación del deterioro democrático, el rechazo del Gobierno a la Constitución de 1948 y al propio constitucionalismo. Mismo repudio en el plano social y cultural.



EL PARADIGMA DE LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL

La noción más elemental de democracia es meramente procedimental: Responde a las preguntas: ¿Quién decide? y ¿Cómo decide? Decide el pueblo (o, más bien, sus representantes), y se decide por la opción mayoritaria. En ningún caso se contempla la pregunta: ¿Qué decide? Así pues, el concepto de democracia, sin adjetivos, carece de una dimensión sustantiva.
En este escenario democrático es posible que se den situaciones en que la mayoría tome decisiones injustas. Por ejemplo, que los negros no puedan entrar en ciertos locales. Incluso es posible que la mayoría elija democráticamente a un líder que acabe liquidando la propia democracia. Justamente eso es lo que ocurrió en los años treinta con el fascismo italiano y el nazismo alemán.
Por ello, y previniendo que eso no volviese a ocurrir, las Constituciones elaboradas a partir de la II Guerra Mundial definieron una esfera de lo indecidible, donde tienen cabida aquellos aspectos jurídicos sustantivos que no deben someterse a decisión, y que quedan consagrados  en las propias Constituciones (derechos de libertad: de expresión, de información, de asociación, de reunión,..). Y, también, una esfera de lo indecidible que no, o sea lo que no es posible decidir que no (los derechos sociales: salud, educación, pensiones,…).
Estas Constituciones eran deliberadamente rígidas (en este caso para bien) para garantizar esos derechos y libertades básicos a toda la población.
Cuando alguna disposición legal contradice lo establecido en la Constitución se habla de antinomias, y cuando hay ausencias en el desarrollo legislativo de aquellos principios básicos se habla de lagunas.  


CRISIS POR ARRIBA DE LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL

Los últimos años estamos sufriendo continuas violaciones de la carta constitucional. Por ejemplo mediante leyes ad personam, impidiendo el enjuiciamiento penal de cargos electos; leyes que penalizan el estatus de clandestino, negando derechos elementales a inmigrantes (salud, vivienda, reunificación familiar…), recortando en educación o en sanidad, agrediendo a los sindicatos y favoreciendo la precarización del trabajo, cercenando la libertad de prensa, etc.
Se observan cuatro factores que posibilitan en esta crisis:
1) El populismo: el jefe como encarnación de la voluntad popular, el reforzamiento de los ejecutivos y sus jefes en detrimento del Parlamente, el nombramiento de los parlamentarios por los vértices (jefes) de los partidos, la deformación de la democracia representativa (ya no se trata de recoger la pluralidad sino de determinar el voto de la mayoría) o la relación gobierno/pueblo a través de la televisión. Y, sin embargo, la omnipotencia del jefe como voz de la expresión popular es anticonstitucional y antirrepresentativa.
2) Conflictos de intereses en el vértice del Estado: confusión de la esfera pública y la esfera privada. La alianza entre poderes públicos y poderes económicos privados (o más bien, subordinación de los primeros a los segundos). Control y monopolio de la información (especialmente de la televisión). La prensa ya no controla a los poderes públicos sino al contrario. Y una feudalización de la política: intercambio fidelidad/protección
3) Integración de los partidos en las instituciones y pérdida de su papel de mediación representativa. Se diluye la separación entre partidos e instituciones. Los partidos políticos en lugar de ser organizaciones de la sociedad pasan a ser órganos del Estado. Los parlamentarios devienen cortesanos y la aversión a la política de los electores aumenta.
4) El control de la información: dos patologías. El control político de algunos medios y el control de los propietarios de los medios de información sobre la información, opiniones y pensamiento, que pasan a ser meras mercancías; derechos y bienes patrimoniales abandonados a la dinámica del mercado y de la política. No existen garantías para el ejercicio de la libertad de prensa y la televisión es el lugar decisivo para formar el sentido común y el consenso.


CRISIS POR ABAJO DE LA DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL

Ferrajoli nos habla aquí también de cuatro factores:
1)      Homologación de los que consienten y denigración de los que disienten y de los diferentes (enemigos que mienten y conspiran). Crecimiento del conformismo y de la indiferencia. Promoción de las fracturas y ruptura de la solidaridad social. Miedo y racismo: sospecha y desconfianza hacia los diversos; odio a los diferentes, desprecio a los débiles. El miedo ha sido tradicionalmente un recurso del poder político. Ejemplo: estadísticamente la delincuencia ha disminuido, pero la propaganda alarma como si hubiese aumentado. Se estigmatizan categorías enteras de personas (inmigrantes, gitanos, musulmanes, los del sur,..). Se les etiqueta como sujetos peligrosos, delincuentes potenciales sobre los que recae la desconfianza, la sospecha y la demanda de expulsión o de represión. Las leyes promulgadas contra estos colectivos (represivas y discriminatorias) contradicen un pilar básico del derecho: se castiga por lo que se ha hecho, no por lo que se es.
Objetivo político de todo esto: dividir y desarmar al conjunto de los trabajadores, debilitando los lazos de solidaridad.

2)      Despolitización masiva  y primacía de los intereses privados. Absentismo político, indiferencia, estimulación y legitimación de los egoísmos (lo que debilita el sentido cívico). Desinformación, mentira y propaganda (especialmente en TV). Se difunden noticias falsas y se omiten o minimizan otras verdaderas. Se promocionan los programas y espectáculos estúpidos y vulgares que producen embotamiento. El dinero se convierte en la única medida de valor de las personas y el mercado se erige en la única fuente de legitimación de las relaciones sociales.

3)      Crisis de la participación política: disminución de afiliados a partidos políticos y a otras asociaciones. Redes clientelares en los partidos.

4)      Manipulación de la información y decadencia de la moral pública. La información deviene en la máquina de consenso bajo el doble control (el político y el de los propietarios de los Mass Media)




LOS REMEDIOS DE LA CRISIS


En el plano político y cultura es necesario un compromiso de pedagogía civil, poniendo en valor el constitucionalismo democrático (pluralismo político, separación de poderes, principio de igualdad y dignidad de las personas y defensa de los derechos y de los intereses generales.
En el plano jurídico es preciso un método electoral proporcional, sin primar a las mayorías ni estableciendo límites a la representación de opciones minoritarias. Es preciso acabar con el bipartidismo. Asimismo, es imprescindible separar la función pública de los intereses privados; separar los cargos del partido de los cargos electos (el partido debe ser un mediador entre la esfera pública y la sociedad): separar verdaderamente el legislativo del ejecutivo y del judicial. Ahondar en la democracia interna de los partidos, como asociaciones de base y reformar el sistema de información (libertad de información y garantía de su independencia).
Ferrojoli admite que en el momento actual es difícil acometer estas iniciativas, pero una verdadera regeneración democrática pasa necesariamente por estos cambios.