sábado, 30 de julio de 2011

El 20 de noviembre no es tan importante




Como a otros muchos con memoria histórica cuando me enteré de que las próximas elecciones generales se celebrarían –quien lo celebre, claro-, el 20 de noviembre, pensé, qué casualidad, el mismo día que murió Franco.
Al final Zapatero dio su ceja a torcer y anticipará el evento por el que tanto saliva la derecha. Lo cierto es que era lógico. El PSOE es consciente de la impopularidad de su gestión y sabe que la única manera de arañar votos es con un discurso auténticamente de izquierdas. Bueno, todo a la izquierda que pueda permitirse un PSOE, que no es mucho, la verdad.
Rubalcaba ha hecho un guiño a los indignados con su discurso revolucionario, hará falta ver si, caso de ganar las elecciones, está dispuesto a acometer cambios. Yo lo dudo.
Si gana el PP las cosas pueden ir a peor, si cabe. Así, el panorama es un tanto desolador visto a esa escala…
Pero es, como digo, sólo una cuestión de escala: Si nos limitamos a ver la política en clave PP-PSOE, Elecciones Generales, Gobierno de la nación, Congreso de los Diputados,.. tomamos la parte por el todo, y no es que eso no sea importante, lo es; pero hay mucho más. Además de esa Política con mayúsculas a la que habría que añadir la de los gobiernos autonómicos y la de los ayuntamientos, contamos con la política surgida desde la calle, desde las personas, desde los colectivos, desde las asociaciones…Eso también es política.
Es cierto que la Constitución Española deja poco margen para la participación política fuera del sistema de partidos políticos y de elecciones, pero existen mecanismos para catalizar cambios, y estos han funcionado en muchas ocasiones. Pensemos, por ejemplo, en la presión popular para que el trazado de una autovía no pase por un determinado lugar, o para conseguir un centro sanitario en un barrio desatendido. Es decir, en ocasiones la presión de las personas puede vencer a los más poderosos.
Estos son ejemplos de actuaciones concretas; mi pregunta –mi esperanza- es si también desde la ciudadanía, bien organizada, es posible conseguir cambios sociales más profundos que busquen el bienestar de la mayoría, y un cambio del actual modelo insostenible hacia otro que preserve los recursos de un planeta limitado como el nuestro. Como dice el proverbio “la tierra no es una herencia de nuestros padres sino un préstamo de nuestros hijos”.