domingo, 18 de marzo de 2018

Fariña

Coca, farlopa, perico, merca, fariña…



De no haber sido por el revuelo que originó el secuestro judicial del libro, probablemente yo no habría sentido tantas ganas de consumir Fariña.

Nada más saber lo del secuestro, pensé en comprarlo para consumo propio. Pronto descarté esa idea, y acudí a mi dealer habitual, las bibliotecas públicas de Asturias. Ellos tienen mucha mierda, y de la mejor calidad.

Quería tener el libro prohibido en mis manos, acariciarlo, olisquearlo, abrir sus páginas, hojearlo;  y también quería presumir de ello ante amistades y conocidos. Me parecía que había algo de transgresor –de qué minucias la felicidad depende, ¿verdad?- en el mero hecho de hacerme con el  libro.  No obstante, no estaba seguro de querer leerlo íntegramente. El tema, en principio, no me interesaba especialmente. Y, sin embargo, empecé a leerlo como quien no quiere la cosa, y me enganché.

El motivo del secuestro es totalmente marginal e irrelevante en la historia: unas pocas líneas que molestaron a un señor, ex­alcalde de O Grove.

Nacho Carretero, el autor de Fariña, ha escrito un libro verdaderamente ameno e interesante. No aporta datos nuevos -admite él mismo-, simplemente recopila información aparecida en los medios, la relaciona, y consigue un resultado más que digno.

Fariña es la historia del narcotráfico en Galicia.

Ese territorio aislado y tradicionalmente atrasado, un pedazo del Estado español que parece metido a presión entre el Atlántico y Portugal es protagonista de un destino que parece escrito en sus rías.  Durante la posguerra, sus gentes hambrientas se buscan la vida como pueden, y  ese “pueden” incluye el contrabando de cualquier cosa: chatarra, aceite, gasolina, tabaco,... La actividad no está socialmente mal vista, y esa tolerancia se traduce en desidia, cuando  no complicidad, en las autoridades.

El contrabando del tabaco drenó la región de dinero abondo, y, en los ochenta, algunos dieron el salto a la primera división: del contrabando de tabaco se pasó al  tráfico de hachís y  de cocaína (fariña). A estos narcos no los mueve el hambre, sino la guita fácil y la ambición.

Fariña cuenta también los amores interesados entre narcotráfico y política: no hay ningún partido en Galicia, afirma Nacho Carretero, que no haya recibido dinero del narcotráfico.

Pero la llegada de la droga también destrozó la vida de muchos jóvenes gallegos y la alarma y presión social cristalizaron en una mayor actuación de las autoridades. Se persigue policial y judicialmente el narcotráfico con relativo éxito. Años noventa y primera década del 2000.

En la actualidad, el tráfico de drogas en Galicia parece cosa del pasado, con los grandes capos en prisión o ya retirados (jubilados). Sin embargo, advierte el autor, narcotráfico sigue habiendo en Galicia, simplemente el foco mediático se ha retirado en busca de otros escenarios. Lo mismo ha ocurrido con la atención policial y los recursos públicos.

Todo esto, mucho más y mucho mejor cuenta Nacho Carretero en Fariña.