sábado, 10 de octubre de 2015

¡Si quieren ser independientes, que les den pol culo!

Habíamos salido a pasear por una de esas sendas verdes que atraviesan el conceyu de Gijón. Partimos de casa y tomamos la ruta del río Piles que conduce al poblado minero de la Camocha. Una hora y media de paseo campestre. Hemos hecho esta ruta varias veces, y no deja de asombrarme que pueda salir de casa andando, y en pocos minutos haya dejado atrás la ciudad para envolverme de la campiña asturiana. Eso es impensable en Barcelona.
Hay muchas cosas que son impensables en Barcelona, y perfectamente normales en otros sitios.
Como de costumbre, una vez en la Camocha, tomamos unos cafés en una terracita muy agradable. El mesonero, un hombre tosco, de unos cuarenta y tantos años, cuando sirve el café siempre derrama un poco. No pasa nada, digo mecánicamente, mientras, diligente, rescato el sobre de azúcar de una inundación segura.
La televisión, siempre tan impertinente y cizañera, habla de lo que ocurre en Catalunya. Ya saben, lo de la independencia. El tabernero, con esa espontaneidad asturiana tan característica, también opina en alto ante otros clientes: si quieren ser independientes, que les den pol culo, la tienda esa de novias ya dice que se van a ir, y lo mismo con otras empresas, se van a quedar solos, y les va a comprar su puta madre,…
Mi mujer me mira con cara de pena porque intuye que eso debe afectarme. Le afecta a ella, me dice, siendo asturiana, así que imagina que para mí resultará muy ofensivo. Le digo que no pasa nada, que ya estoy acostumbrado, que conversaciones similares las oigo con demasiada frecuencia.
Trato de quitarle hierro a asunto: no hay que hacerle caso, mujer, es un pobre ignorante, mascullo.
Pero no es cierto; el que sea un gañán, un babayu, como dicen en Asturias,  sólo explica sus formas toscas. Sé de muchas personas con cierto nivel cultural que piensan de la misma manera. A mi entender, hay un problema de ignorancia, de desconocimiento de la realidad catalana, de incomprensión, de intolerancia al que es o piensa diferente, pero todo eso no se soluciona yendo a la escuela, ni yendo a la universidad.
Soy bastante pesimista sobre posibilidad de entendimiento a corto, medio e incluso largo plazo. Idiosincrasias demasiado distintas bajo un mismo palio. Es posible que un modelo territorial, digamos, federal, hubiese contentado a los nacionalismos periféricos, pero, por eso de las mentalidades que antes decía, habría resultado inconcebible para la España forjada por Castilla.