domingo, 1 de agosto de 2010

El Homo Sapiens en el WC

Un amigo mío antropólogo acaba de publicar un interesantísimo estudio sobre el comportamiento del homo sapiens en el W.C. El estudio se circunscribe a las sociedades occidentales y al tiempo presente. De sus resultados se desprenden aspectos previsibles pero otros sorprendentes.
Entre estos últimos, resulta llamativo que un 37% de los divorcios se produzca por las insalvables divergencias que existen entre hombres y mujeres sobre el mantenimiento de la asepsia en el W.C.
Es obvio que las mujeres, por su constitución física, realizan los actos de excreción y micción sentadas, mientras que la mayoría de los hombres ejecuta la segunda en posición erguida. Es comprensible que parte de la orina o algunas gotitas no acaben en su destino, lo cual exaspera a las mujeres que no comprenden tan sencillo fenómeno. Algunas sugieren al macho que se siente durante la evacuación por la uretra del líquido amarillo cetrino, pero tras miles de años de evolución es difícil convencer al hombre para un cambio que, además, pondría en entredicho su hombría.
Los hombres, hastiados de tanta persecución, aprovechan váteres públicos para orinar en libertad, sin la presión de tener que hacerlo “bien”, lo cual explica que la mayoría de baños públicos se encuentren literalmente inundados de orina y, a menudo, con restos de excremento -a veces, auténticos morcillones-, que dibujan caprichosos motivos marrón sobre blanco (o gris, o verde, o rosa,…). Los váteres públicos son, pues, espacios de libertad creativa.
No obstante lo anterior, la mayoría de hombres prefiere excretar en su propio retrete. Un espacio, asimismo, propicio para la lectura. Desde el intelectual que se encierra con ese ensayo sobre metafísica (y el Marca bajo el brazo), hasta el humilde obrero que sólo alcanza a comprender el Marca. Pasando por el adolescente al que tan buenos ratos le ha proporcionado el Interviú.
La lectura durante la excreción es un acto cultural que pasa de padres a hijos, concluye el estudio.