jueves, 1 de octubre de 2009

Javier Ortiz, periodista

Hace ya varios meses de la muerte del periodista Javier Ortiz. Su página web http://www.javierortiz.net/ sigue viva; deseo que por mucho tiempo. Cada día, además de recuperar alguna de sus columnas, se publica una carta de alguien que conoció –en persona o por su obra- a Javier Ortiz. Todas esas cartas tienen al menos un elemento común: el lamento, la añoranza, la tristeza de haber perdido un referente excepcional en la crítica política y social.
Murió antes de lo que las estadísticas demográficas dicen; tenía 61 añitos el mozo, ¡cuántos años nos has robado, Javier!
No tuve el privilegio de conocerlo personalmente pero sentí su muerte como la de un ser muy allegado, y es que, en cierto modo, lo era.
Sus artículos eran bocanadas de aire fresco. Javier tenía una capacidad asombrosa para expresar de forma clara y racional cosas que yo pensaba o intuía y que jamás habría sabido plasmar como él. A veces tenía yo la sensación de que me leía el pensamiento y exclamaba: ¡sí, sí, coincido con él!, ¡qué bien ha sabido plasmarlo con palabras!.
Asistí cierta vez a una conferencia suya en Avilés sobre medios de comunicación y me pareció un tipo muy simpático; bromeaba, reía, era ameno y, por supuesto, la intervención, digamos técnica, no tenía desperdicio.
Lo he seguido a diario durante varios años –no recuerdo cuántos- desde su colaboración en “El Mundo”, el “Diario de un resentido social”, “Público”, hasta sus “Apuntes del natural” o “El dedo en la llaga”.
Pienso que Javier Ortiz era una rara avis como periodista: nadando a contracorriente, honesto, inteligente, lúcido, siempre metiendo el dedo en la llaga…¡Cuántos Javier Ortiz harían falta!
Hace unos días, haciendo limpieza, encontré unos archivadores polvorientos en los que había guardado artículos suyos, al verlos esbocé una sonrisa mezcla de tristeza y melancolía; nostalgia creo que lo llaman.
Javier Ortiz Estévez ya no está entre nosotros pero nos quedan su obra y su memoria.
Sirvan estas letras de pequeña aportación al recuerdo del hombre.