sábado, 26 de junio de 2010

La sumisión

El mayor peligro de la sumisión es que llegue a convertirse en costumbre, en resignación que se filtra como un veneno paralizante en nuestras venas, acaso sin que uno mismo lo perciba. Es entonces cuando la sumisión alcanza el grado de perfección, cuando el último reducto ha caído y la conciencia se enturbia para acabar extinguiéndose paulatinamente.”

Fragmento de “La leona blanca” de Henning Mankell.

Ando estos días enganchado a las novelas policíacas del sueco Henning Mankell y ahora que he empezado “La leona blanca” encuentro este fragmento de enorme clarividencia sobre el concepto de sumisión.
Se trata de un capítulo introductorio donde la sumisión aparece en el contexto de la Sudáfrica de principios del siglo XX; un desigual crisol de ingleses, bóers, negros e indios en permanente conflicto.


El caso es que la palabra sumisión y el lúcido fragmento han llevado mi pensamiento a realidades mucho más cercanas. Realidades en las que vivimos gran parte de nuestro tiempo. Realidades donde el funcionamiento de los distintos elementos es jerárquico y no democrático. Realidades donde las personas están cada vez más asustadas, y también más crispadas. Estoy pensando en el ámbito laboral, en el trabajo.

No pasa un solo día sin que en ese espacio productivo no observe comportamientos sumisos, y no únicamente entre personas de distinta jerarquía, sino incluso entre iguales. La gente tiene miedo. Ha perdido, si es que alguna vez lo tuvo, el sentido de la dignidad, de la lucha, de la justicia, y prefiere vivir arrastrándose. Y, al observar el mundo desde las bajuras, ha perdido por completo la perspectiva.

Es preocupante, o por lo menos a mí me preocupa…

Volveré sobre estas reflexiones, seguro.

domingo, 20 de junio de 2010

Montoya Gabarri

El funcionario de Justicia se encontraba recorriendo las sucias calles del Barrio de San Roque. Se imaginaba vigilado desde las humildes viviendas que comprenden esa barriada. Los vecinos reconocían perfectamente al funcionario de juzgados, al policía, al empleado de Servicios Sociales y a casi cualquier extraño que invadiera su espacio. Se dirigió al número doce y llamó a la puerta del bajo izquierda con los nudillos pues el timbre no funcionaba. Abrió la puerta una mujer gitana. Llevaba puesto algo parecido a un camisón. Se frotaba los ojos con las manos como si acabara de despertarse aunque fueran las once de la mañana. Apenas medió palabra.
-Buenos días, señora –dijo el empleado público-. Pregunto por José Jiménez Montoya; traigo una citación del juzgado.
-Sí, es m´hijo, pero no está… –respondió la mujer arrastrando las palabras.
-Bueno, no importa, se la entrego a usted para que se la dé cuando llegue –aclaró el funcionario.
El hombre cumplimentaba la diligencia y le preguntó el nombre a la señora para hacer constar a quién se la entregaba.
-Carmen –contestó lacónicamente.
-¿Y los apellidos? –insistió el funcionario.
La señora se quedó pensativa, tratando de recordar cómo se llamaba y finalmente gritó hacia el interior de la modesta vivienda:
-Niñoooo, ¿yo comu me llamu, Montoya Gabarri o Gabarri Montoya?
Una voz adolescente vociferó: ¡Montoya Gabarri!
La mujer asintió sabedora de que el funcionario había oído perfectamente la aclaración del hijo.
Finalmente el hombre del juzgado le pidió que firmará la entrega y ésta garabateó algo ilegible. Era suficiente.

jueves, 10 de junio de 2010

Otra joya de Vicenç Navarro

A veces me gustaría escribir sobre la actual situación económica y social, pero cuando se lee a intelectuales de la talla de Vicenç Navarro, se da uno cuenta de que lo mejor que puede hacer es sencillamente invitar a leer directamente a uno de esos expertos.

Sigo al profesor Navarro con asiduidad, y aunque todos sus artículos resultan muy interesantes, el que hoy aparece en "Público" y en su página web http://www.vnavarro.org/ es especialmente clarificador sobre la actual crisis económica, política y social.

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El artículo lo podéis leer en "La sabiduría convencional europea"

jueves, 3 de junio de 2010

La Quinta Mujer

He leído recientemente “La Quinta Mujer” del escritor sueco Henning Mankell. Mi primera lectura de este autor, lo admito. No será la última.
Para los que no lo sepan, decirles que se trata de una novela negra en la que el inspector de policía Kurt Wallander –presente en otras novelas del autor- trata de resolver el caso de unos macabros asesinatos.
La trama por sí sola ya es entretenida y mantiene al lector inquieto y deseoso de avanzar páginas; las últimas cien las leí de manera compulsiva. Pero es que, además, la obra es rica en otras lecturas. El magnífico retrato psicológico de los personajes y en especial de Wallander, un policía con mucho de anti-héroe: sus debilidades, sus miedos, sus fracasos, sus dudas,… humano, en definitiva. La descripción psicológica de un criminal que el lector llega a comprender. La radiografía social de una Suecia cambiante que se aleja del modelo de sociedad del bienestar que tradicionalmente ha tenido.
La recomiendo encarecidamente y confío en que Laura Nieto, experta en Mankell, aporte algún comentario a este breve reseña.