sábado, 26 de junio de 2010

La sumisión

El mayor peligro de la sumisión es que llegue a convertirse en costumbre, en resignación que se filtra como un veneno paralizante en nuestras venas, acaso sin que uno mismo lo perciba. Es entonces cuando la sumisión alcanza el grado de perfección, cuando el último reducto ha caído y la conciencia se enturbia para acabar extinguiéndose paulatinamente.”

Fragmento de “La leona blanca” de Henning Mankell.

Ando estos días enganchado a las novelas policíacas del sueco Henning Mankell y ahora que he empezado “La leona blanca” encuentro este fragmento de enorme clarividencia sobre el concepto de sumisión.
Se trata de un capítulo introductorio donde la sumisión aparece en el contexto de la Sudáfrica de principios del siglo XX; un desigual crisol de ingleses, bóers, negros e indios en permanente conflicto.


El caso es que la palabra sumisión y el lúcido fragmento han llevado mi pensamiento a realidades mucho más cercanas. Realidades en las que vivimos gran parte de nuestro tiempo. Realidades donde el funcionamiento de los distintos elementos es jerárquico y no democrático. Realidades donde las personas están cada vez más asustadas, y también más crispadas. Estoy pensando en el ámbito laboral, en el trabajo.

No pasa un solo día sin que en ese espacio productivo no observe comportamientos sumisos, y no únicamente entre personas de distinta jerarquía, sino incluso entre iguales. La gente tiene miedo. Ha perdido, si es que alguna vez lo tuvo, el sentido de la dignidad, de la lucha, de la justicia, y prefiere vivir arrastrándose. Y, al observar el mundo desde las bajuras, ha perdido por completo la perspectiva.

Es preocupante, o por lo menos a mí me preocupa…

Volveré sobre estas reflexiones, seguro.

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