lunes, 11 de marzo de 2013

¿De verdad son insostenibles las pensiones?

Como cada domingo intento no perderme el programa de Jordi Évole “Salvados”. Siempre encuentro algo criticable, pero en general pienso que es de lo poco interesante que queda en televisión.

El programa de ayer sobre la viabilidad de las pensiones adoleció de haber entrevistado a un economista que no nos contó toda la verdad sobre el sistema público de pensiones. El profesor de la Universidad de Barcelona Diego Valero explicó de manera muy didáctica, eso sí, los problemas de la inversión de la pirámide poblacional. Esgrimió, como se hace siempre que se alegan razones demográficas, la relación entre el número de personas que cotizan y el número de pensionistas; como si fueran cabezas de ganado. Haciendo ver el peligro de que cada vez haya menos personas cotizantes que deban “sostener” a más perceptores de pensiones.

Este es un argumento muy manido y en parte acertado, pero tiene un problema: es incompleto. Los que se limitan a la hablar de la cuestión demográfica parecen olvidar la variable PRODUCTIVIDAD; ni la mencionan. El argumento demográfico podría ser válido si la productividad no variase nunca, fuese siempre igual. Pero no es así: a lo largo de la historia la productividad del trabajador –y de la sociedad, en general- ha ido aumentando; y se prevé que siga en aumento. El desarrollo tecnológico y la mejor formación del trabajador permiten al trabajador producir más en el mismo tiempo.

Por cierto, Adam Smith aludía a esto en su obra “La riqueza de las naciones” con el ejemplo de la fábrica de alfileres. Gracias a las máquinas, decía el filósofo-economista, un trabajador podrá producir no sé cuantos miles de alfileres más por unidad de tiempo. Lástima que el bueno de Adam Smith no dijera que gracias a las máquinas un trabajador podría seguir produciendo el mismo número de alfileres que antes pero teniendo el trabajador que trabajar menos horas. Hubiese sido la otra opción, pero es que Adam Smith era un burgués, no un trabajador fabril, se comprende…

Pues bien, si en lugar de haber entrevistado al profesor Diego Valero, hubiesen elegido a otro economista más crítico, como Vicenç Navarro, Alberto Garzón Espinosa, Juan Torres López o Juan Francisco Martín Seco, seguramente cualquiera de ellos habría hablado también de la variable demográfica, que obviamente se debe considerar, pero también de su utilización interesada cuando se escamotea la variable productividad.

Además en el programa de ayer el profesor Valero, siguiendo el discurso oficial, nos habló de la “hucha” de las pensiones, del pacto de Toledo, etc.
Bien, ese es otro tema que merece ser desenmascarado. No es de recibo hacer creer a la población que nuestras pensiones dependen de la "caja" de la Seguridad Social, de lo que entre y salga de ella. La realidad es que el hecho de que haya dos cajas: una para la Seguridad Social y otra para el resto de gastos del Estado es una cuestión meramente contable; detrás de ambas está la misma entidad: el Estado. Por tanto, no hay ningún motivo para pensar que si fuera necesario tomar dinero de la caja de gastos generales para  pagar las pensiones no se hiciera; se haría, llegado el caso. El Estado –al menos el Estado tal como está todavía hoy constituido- tiene la obligación de pagar pensiones dignas, cosa que el nuestro no hace, por cierto. En otros países las pensiones salen de los ingresos ordinarios del Estado como si fuera cualquier otra partida.

Mucho más suculenta me pareció la intervención del sociólogo alemán Antonio Brettschneider. Primero nos cuenta objetivamente lo que se está haciendo en Alemania, y luego nos da su opinión; y creo que lo clava.

Los planes de pensiones privados son un jugoso negocio que genera grandes beneficios a las empresas que trafican con los sueños de los trabajadores de tener una pensión digna. Lo habitual es que, salvo que se hayan hecho grandes aportaciones, y la mayoría de los trabajadores no pueden hacerlas, las pensiones privadas sean bastante magras. Eso sin tener en cuenta de que se trata de una lotería -es capital que ha jugado en bolsa- y se puede incluso perder dinero.

Al Estado, actualmente infundido de ideología neoliberal, le interesa fomentar las pensiones privadas para ir abandonando paulatinamente sus obligaciones. De esta manera se desentienden de esa importantísima partida en los presupuestos y contentan al gran capital financiero. Está todo pensado…

Así pues a la pregunta que da título a este post “¿De verdad son insostenibles las pensiones?, yo contestaría que en un país avanzado no tienen porque serlo; siempre y cuando mantengamos y profundicemos en el estado del bienestar.
El problema es que el estado del bienestar es incompatible con los deseos insaciables de beneficio de los capitalistas. O elegimos una cosa o la otra.

En economía al final siempre hablamos de lo mismo: cómo repartimos el pastel.

lunes, 4 de marzo de 2013

Miren Etxezarreta, conferencia en Gijón

Algunas notas a la conferencia: ¿Qué está pasando en la economía española?.


El dia 24 de enero pasado asistí a una conferencia de la profesora de economía aplicada Miren Etxezarreta en el “Antiguo Instituto” de Gijón.
En algún lugar nos cuenta que empezó a estudiar economía porque quería saber por qué había ricos y pobres; que en la facultad no aprendió mucho, y que ahora, después de muchos años empieza a entenderlo.
La charla fue muy instructiva; desgraciadamente no puedo hacer una transcripción de todo lo que contó; entre otras cosas porque se apoyó en abundante material (gráficos, fotografías,…). Así pues me limitaré a esbozar algunas de las ideas introductorias que resultaron también muy interesantes.
Sin más, transcribo con la máxima fidelidad -que es muy poca por lo limitado de mi memoria- algunas ideas de Miren Etxezarreta que, por cierto, comparto plenamente.


¿Para qué sirve el Estado? Entendiendo por Estado toda la red que comprende gobiernos (central, autonómico, local), Administraciones (las mismas), organismos públicos, etc.
En la escuela suelen contarnos que el Estado es, entre otras cosas, un árbitro para dirimir los conflictos entre las personas. Se caracterizaría por ser un ente “neutral”.
Bien, como en tantas otras ocasiones la verdad oficial no se corresponde con la realidad.

El Estado, dice la profesora Etxezarreta, sirve fundamentalmente para reproducir el mismo tipo de sociedad que lo sustenta, sea la que sea. Por ejemplo, en 1991 en la Unión Soviética el Estado fue incapaz de reproducir ese tipo de sociedad.

En toda sociedad hay clases dominantes y clases dominadas. El Estado, pues, reproduce ese mismo esquema contentando a las clases dominantes. Es cierto, también, que tampoco le interesa que las clases dominadas se enfaden “demasiado”; por eso en ocasiones observamos algunos “gestos” para calmarlas; el último, una disposición legislativa que ofrecía una prórroga para los parados a los que se les ha acabado el subsidio por desempleo.

Para que la población acepte un tipo de sociedad determinada el Estado utiliza varias estrategias, entre ellas:

La legitimización ideológica: cuenta como ejemplo cuando ella era niña y en el colegio rezaban por la conversión de pobres rusos, ateos y comunistas. Parece que con el tiempo sus plegarias fueron escuchadas.

La legitimización económica: el consabido argumento aquel de que el capitalismo no es perfecto (lo admiten sus defensores), en fin, que tiene sus defectillos, pero que es el mejor sistema posible; que ha elevado el nivel de vida del grueso de la población (eso es cierto), y que ya vemos que no hay alternativa, a tenor de lo visto con los ensayos comunistas.

Cuando la legitimación falla, o sea mantener a la población por medios pacíficos, el Estado no tiene inconveniente en utilizar la violencia (tiene el monopolio legal). Así la policía se convierte en un cuerpo represor, y se establecen leyes que limitan la capacidad legal para manifestarse, se persigue la disidencia, etc.

Cuando las clases dominantes temen que el Estado ya no les mantenga sus privilegios, es entonces cuando estas clases rompen la baraja. Dos ejemplos muy claros: España, 1936. Los grupos privilegiados -grandes propietarios agrarios y capitalistas industriales- temieron perder su status quo. Por tanto, auspiciaron o apoyaron -como la Iglesia católica- un golpe de Estado, con la consiguiente Guerra Civil y la posterior dictadura franquista.

Algo similar ocurrió cuando el legítimo gobierno de Salvador Allende en el Chile de 1973 fue derrocado por el golpe de Estado de Augusto Pinochet, instaurándose una dictadura que acabó con las políticas sociales y sometió al pueblo a una terrible represión.

La dicotomía entre Estado y mercado, o dicho de otro modo, sector público/sector privado ha existido desde que existen sociedades. El algunos momentos históricos y territorios ha tenido mayor protagonismo el sector público, en detrimento del privado, y en otros ha predominado el sector privado sobre el público.

Entre 1945 y 1975, por poner unas fechas aproximadas, se avanza en potenciar los sectores públicos de los Estados, tanto en Europa occidental como en EEUU. El Estado es enormemente intervencionista, y ello es visto como algo positivo bajo el pensamiento económico dominante, que es el keynesianismo.

A partir de los años setenta y progresivamente se van imponiendo en economía las ideas neoliberales que proclaman la superioridad absoluta de lo privado, y el desprestigio de lo público.

La puesta en práctica en Europa y EEUU de las políticas neoliberales llega de las manos de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan, y en otras latitudes con los experimentos tan devastadores como los de Chile, Brasil o Argentina.

En la actualidad el poder está en manos del gran capital financiero e industrial, que utiliza organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial para obligar a los gobiernos a adoptar políticas neoliberales.

Los gobiernos, no obstante, tienen cierto margen de maniobra, por tanto tienen también su parte de responsabilidad.

La crisis, sigue contando la profesora Etxezarreta, es algo que evoluciona, no es algo estático. En 2007 explotó la crisis financiera, más tarde se contagió al resto de la economía –crisis económica (de la actividad productiva)-, y ahora estamos en la crisis de la deuda pública. Y seguirá evolucionando.

Lo que parece claro es que las consecuencias de la crisis, o mejor dicho, de las políticas que se están implementado para combatirla, están haciendo mucho daño a la mayor parte de la población; y todo para beneficiar a unos pocos, a los más ricos.

Sin descargar culpa a los políticos (es más, insiste en que tienen su margen de maniobra pero muchas veces no lo utilizan), Miren Etxezarreta quiere señalar a los verdaderos culpables son los propietarios de la riqueza, los dueños del capital, y que, cómodamente, ven los toros desde la barrera pues casi nadie les señala a ellos. Estos manejan los hilos de los políticos que a su vez despliegan sus hilos sobre la población.


La charla dio mucho más de sí; la profesora aportó gráficas y fotografías que fue comentando, y que entraron de lleno en tratar de responder a la pregunta que da título a la conferencia.