Las tardes de junio son buenas
para leer Últimas tardes con Teresa.
Los días son largos y la luz del día acaricia hasta tarde las páginas
de un libro. Ovillado en el sofá leo en voz alta mientras Laura escucha ilusionada.
La novela de Marsé nos traslada a
la Barcelona de los años cincuenta. La historia: el encuentro entre el
Pijoaparte, un inmigrante del sur que malvive delinquiendo y Teresa Serrat, una
estudiante universitaria, burguesita y de izquierdas. Un amor imposible entre
dos mundos opuestos. El reflejo de una época gris, y una retahíla de topónimos
que evocan mi barrio, mi ciudad y mi tierra. El Carmelo, la calle Gran Vista,
la Calle Cartagena junto al Hospital de Sant Pau, el Parque Güell, la Avenida
Virgen de Montserrat, el Paseo Maragall,… y ya fuera de Barcelona, una torre -como
llamamos en Catalunya a los chalets- en Blanes. Y allí donde nace la Costa Brava, un roquedo,
un pinar, unas olas que escupen algas, un día de verano, soleado, un cielo azul
solo violentado por algunas nubes deshilachadas.
Últimas tardes con Teresa es una de las novelas más bellas que he
leído jamás. Yo, acurrucado en el sofá, y ella tumbada sobre una manta con la
mirada perdida en esa Barcelona de posguerra.
Lector o lectora impenitente, si
no la has leído, no sabes lo que te has perdido, ¡corre a cogerla!, aún es
junio y los días todavía son largos.
Lei hace muchos años esta novela de Juan Marsé,justamente cuando vivia en Valladolid.Y te diré que me gustó mucho y me trasladaba realmente a Barcelona. De todas formas agradezco tu entusiasmo por la lectura y antes de que se acaben los dias largos de junio intentaré releerla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Laura