domingo, 4 de marzo de 2012

La porra y el libro




Los sucesos de Valencia han traído a nuestra retina una imagen muy estimulante: policías blandiendo sus porras –y probando su resistencia-, y estudiantes mostrando sus únicas armas, los libros. Fotografías, videos y humor gráfico han retratado esa lograda y triste metáfora.
La eterna lucha entre la fuerza bruta y la razón. Entre quienes tratan de esgrimir argumentos razonables y quienes tratan de imponerse por la fuerza, en este caso el Estado, monopolio de la violencia legal.

Evidentemente, se trata de una caricatura: seguramente no todos los estudiantes serán tan lúcidos como Sánchez Dragó (¡ejem!) y, es más que probable que entre los policías haya más de un licenciado universitario al que la sociedad no le ha ofrecido otra cosa que defender el orden, quiero decir el orden establecido; un espacio donde no hay lugar para el diálogo.

¿Quién no recuerda aquella mole humana, cientos de kilos de carne de aspecto terrorífico que jugaba de pivot al baloncesto, que intimidaba a sus adversarios solo con la mirada? Pat Ewing, que daba miedo hasta por televisión, era licenciado en Bellas Artes.
Es posible que entre los policías hubiese también algún licenciado en Bellas Artes. Y lector de Thomas de Quincey.

Algunos dirán, en descargo de las Fuerzas de Seguridad del Estado (represor), que los policías no son más que probos funcionarios que tratan de cumplir su labor lo mejor que hieren, que obedecen órdenes. Y tienen razón, hasta cierto punto. En Grecia, un país que está solo un poquito más allá de Valencia, ya ha habido policías que se han negado a cargar contra el pueblo.

Todo sea que el El Corte Inglés, que siempre está ideando maldades para incitar al consumo –el último, “ya CASI es primavera en El Corte Inglés”- no vaya a inventar algo conmemorando “el día del libro y la porra”. No quiero dar ideas. Yo seguiré quedándome con mi Sant Jordi: con sus libros y con sus rosas.

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