domingo, 15 de abril de 2012

Raíces económicas del deterioro ecológico y social



Bajo el sugerente título de Raíces económicas del deterioro ecológico y social se esconde un ensayo muy interesante del economista José Manuel Naredo.
El autor reinterpreta problemas sociales y ambientales desde perspectivas más amplias de las habituales.
A continuación presento algunos de los temas que desarrolla este ensayo.
La actual ciencia económica se consolidó en el estudio exclusivo de los valores monetarios, cortando el natural cordón umbilical con la ecología.
La economía, como disciplina que trata de la asignación de recursos que son limitados, nunca debió olvidar su base física: los recursos naturales (alimento, materias primas, fuentes de energía).
La idea de crecimiento surge en el siglo XVIII, bajo una visión organicista de la Tierra apoyada en una concepción, entonces vigente, de permanente crecimiento de animales, plantas y minerales. La idea de crecimiento resultaba entonces coherente con la creencia de un mundo físico en expansión, que incluía el reino mineral. En aquella concepción equivocada el crecimiento económico se correspondía con el crecimiento físico.
A fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX la geodesia, la mineralogía y la química modernas desautorizaron la antigua idea del crecimiento de los minerales y de la Tierra misma, por ello, los economistas clásicos no pudieron menos que aceptar que el crecimiento de la población, la producción y los consumos (materiales) resultaban inviables a largo plazo.
No obstante, los economistas de finales del siglo XIX y principios del XX, llamados neoclásicos, acabaron vaciando de materialidad la noción de producción, separando ya por completo el razonamiento económico del mundo físico, y completando así la ruptura epistemológica que supuso desplazar la idea de sistema económico –con su carrusel de producción , consumo y crecimiento- al mero campo del valor.
La mitología del crecimiento subraya sólo la parte positiva del proceso económico –las ganancias de dinero y su supuesta utilidad- cerrando los ojos a los daños sociales y ambientales que origina. Así el término producción se acuñó y popularizó como parte del discurso económico dominante, para encubrir el doble daño ambiental: la extracción de recursos y la emisión de residuos. Este último, principal problema ecológico de los países ricos.
Ciertamente, en los años setenta, a raíz de las crisis energéticas (1973 y 1979) y tras cierta concienciación sobre la problemática (deforestación, deterioro de suelos, posible aumento de la desnutrición, enfermedades, conflictos,…) se llega a cuestionar el sistema productivo en muchos foros (el PNUMA -Programa de la Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente-, los informes Meadows sobre los límites del crecimiento, etc.). Desgraciadamente, en los años ochenta el abaratamiento de las materias primas y el oportuno lavado de imagen condujeron a que se olvidaran o tildaran de catastrofistas las anteriores advertencias.
En la actualidad se trata de tranquilizar a la población con políticas de “imagen verde”, en que todo tiende a calificarse de ecológico y sostenible, ocultando o banalizando las contradicciones y daños ocasionados sin cambiar los criterios de gestión.
Asimismo, el concepto de crecimiento fue sustituido por el de desarrollo, mucho más amable. Que a su vez aderezado con el mágico adjetivo sostenible, acabó por ocultar un hecho incontrovertible: si por desarrollo se acepta el crecimiento de cualquier variable física –y así es- el desarrollo esconde crecimiento y por tanto, la expresión “desarrollo sostenible” acaba resultando una contradicción en términos, un oxímoron.

El ensayo se adentra en muchos aspectos que sería prolijo reseñar en este post, por lo espero los trazos aquí dados sirvan para despertar la curiosidad del lector por este excelente ensayo.



Para acabar quiero citar una anécdota que también cuenta Naredo en su libro.
Cuando la India logró la independencia, unos periodistas le preguntaron a Gandhi si el nuevo país trataría de lograr el nivel de vida británico. A lo cual respondió el líder indio: “Si el Reino Unido ha necesitado expoliar medio planeta para conseguir ese nivel de vida, ¿cuántos planetas necesitaría la India?."

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