lunes, 6 de febrero de 2012

“El gobierno va a hacer lo que hay que hacer”

Este latigazo lanzó el otro día la vicepresidenta del gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. De esta sencilla frase se desprenden algunas cosas. A mí se me ocurren las siguientes:


Primero: la imprecisión (mejor dicho, ocultación) del mensaje, ¿qué es (exactamente) lo que van a hacer?, ¿es un secreto?, ¿no se puede decir?, o ¿tal vez es demasiado complicado para que lo entienda una población ignorante?


Segundo: parece una advertencia para que nadie haga preguntas, es una frase cerrada, sin posibilidad de réplica o, sencillamente, de formular preguntas aclaratorias. Un dejar claro que van a actuar y que no tienen que dar explicaciones a nadie porque son el gobierno. De ello se desprende el escaso cariz dialogante de estos gobernantes y en última instancia, de la escasa sensibilidad democrática; nula atención a otras opiniones, a otras maneras de ver la realidad

.

Tercero: Son conscientes de que las medidas que van a tomar son impopulares, si fueran agradables para la mayoría de la población se recrearían en contarlas al detalle.


Cuarto: Ese “lo que hay que hacer” es un intento de transmitir que sus medidas no son fruto de un determinado posicionamiento ideológico sino que son las únicas posibles, las que dictaría el sentido común a cualquiera con dos dedos de frente. ¿Prepotencia intelectual? Tal vez, si al menos se tratara de intelectuales. Dejémoslo en prepotencia, a secas.



Este es el nuevo disfraz que se ha puesto el neoliberalismo económico: vestirse de sentido común, que es –recuerden- el menos común de los sentidos.

Lo cierto es que en este país no se permite que haya un auténtico debate ni en los medios de comunicación de masas ni en clase política.

Existen voces autorizadas, intelectuales, economistas, que discrepan sobre las políticas que se ordenan desde Bruselas, pero los grandes medios de comunicación tratan de ahogar esas opiniones que, sin embargo, pueden encontrarse fácilmente en otros medios minoritarios y en Internet.

Es una lucha desigual donde los que tienen el poder -el poder económico-, básicamente la banca y las grandes corporaciones, controlan los medios de comunicación y la clase política.

Lo dicho, lo llaman democracia y no lo es.


Un último apunte para la reflexión: En las últimas elecciones generales siete de cada diez ciudadanos con derecho a voto NO VOTARON al Partido Popular. En Catalunya, en las últimas elecciones a la Generalitat sólo 1,8 votantes de cada 10 votaron a Convergència i Unió. Así se hacen las mayorías absolutas.

2 comentarios:

  1. señores, se abre la barra libre para los empresarios y demas. nos están dando por todos lados, ya falta poco para el "si, amito, lo que usted diga".
    los que votaron al pp para cambiar al psoe se traduce en "de málaga a malagón".

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  2. Efectivamente, si no nos movilizamos....como decía Bugs Bunny:¡no se vayan todavía, aún hay más!

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