viernes, 27 de enero de 2012

Made in P.R.C.

La señora está satisfecha de la compra. Ha adquirido un juguete para su nieto en Toys´R ´Us (“los juguetes somos nosotros”!) por sólo ocho euros.

¡Ocho euros!, ¿Cómo es posible que esto cueste sólo ocho euros?. Parece una pregunta retórica. Ella no espera respuesta –no quiere respuesta-, simplemente se enorgullece de haber conseguido una ganga.

Sin embargo, su yerno, especializado en meter los dedos en las llagas, le responde. Fácil, ese juguete lo habrán hecho unos esclavos en China, en Tailandia o en Filipinas, ¿quién sabe?. Puede que incluso sea un niño o una niña de once o doce años que trabaja más de doce horas al día por 2 ó 3 dólares por jornada.

La suegra cambia de tema, ¿para qué cuestionarse esas cosas cuando su queridísimo nieto occidental va a ser tan feliz con el juguete? y al fin y al cabo, ojos que no ven…

El yerno persiste, busca la etiqueta, “Made in P.R.C”, ¿qué demonios será eso?. Tiene una intuición, busca en Internet. Efectivamente, se trata de China. Una burda estrategia para ocultar la procedencia del producto.

Hasta aquí la anécdota que podría ocurrir en cualquier hogar de nuestro entorno.

***

En su excelente trabajo de investigación “NO LOGO, el poder de las marcas” Naomi Klein analiza distintos aspectos de las estrategias de producción y marketing de grandes empresas como Nike, Reebok, Adidas, Guess, Dolce Gabana, Levi´s, Benneton, GAP o Disney, así como las respuestas que ha habido –y sigue habiendo- para combatir esa forma de capitalismo salvaje que somete a seres humanos y degrada el medio ambiente.

En sus páginas conoceremos la mísera vida de los esclavos en las Zonas de Procesamiento para las Exportaciones (ZPE) donde se fabrica la mayor parte de la ropa, el calzado y los juguetes que consumimos en los países desarrollados.

Seres humanos que trabajan hasta la extenuación por salarios de miseria, sin seguridad social, sin posibilidad de organizarse para exigir mejoras laborales, pues el menor conato de revuelta social es reducido por el ejército o la policía. Talleres que llaman sweatshops (¡tiendas de sudor!). Niños trabajando. Mujeres que son despedidas con 24 ó 25 años porque son viejas, porque ya no trabajan con la eficiencia de las que tienen 16 ó 17. Otras que son contratadas por 28 días; renovables sólo cuando han sufrido la humillación de demostrar con sus ropas íntimas que no están embarazadas. Talleres en los que no es posible abandonar el puesto de trabajo ni para ir al baño. Algunos se orinan en su puesto.

Estas son sólo algunas de las experiencias y de los aspectos tratados en este ensayo, pero hay bastante más. Su lectura resulta imprescindible para comprender un poco el mundo en que vivimos.

4 comentarios:

  1. No lo pensaba de esa forma.. Gracias x abrirme la mente... Me daba mucha curiosidad saber q era prc... Y terminé sabiendo mucho más.. Tienes mucha razon

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  2. interesante, pero algunos de esos productos no son baratos, en el mercado se nos vende esa marca con un alto coste. quiza solo estemos pagando la marca y el coste real solo sea infinitamente inferior, como podriamos cambiar todo esto. sin dejar de adquirir
    lo que nos interesa o en su defecto alguien que nos ofrezca algo de similares caracteristicas, y que cree en la zona un producto interior bruto que revitalice el pais con sus ganancias, no solo de la empresa sino de todos los que viven de esa produccion, elevando asi nuestro nivel de vida. esperemos que haya gente con ideas y con el poder suficiente para cambiar...

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  3. 27-1-2013 : anonimo

    estoy de acuerdo con el anterior comentario , yo lo he descuvierto por uno recipientes que ofertaba cierto periodico. adquiri el primer recipiente , porque eran para cocinar, y me ha entrado miedo pues no tienen ningun reparo en utilidar productos dudosos si eso es beneficoso para su economia " animo jovenes utilizar vuestro talento y de paso levantar la economia de nuestro pais

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  4. Mmmmmm..., muy interesante, esperaba mas comentarios, en fin.
    Ciertamente hoy recibí un reconocimiento por mis 30 años de servicio público en el gobierno federal mexicano, consistente en un diploma y un pin, en una forma normal como cualquier tramite, me quede pensando por unos instantes, a lo que se ha reducido 30 años de servicio profesional en asuntos ecológicos tan diversos, como los que se puedan imagínar, con entrega total para cumplir para lo que fui preparado desde mi hogar hasta la universidad, es parte de lo que estudie: Biología, por suerte caí en algo que es parte de lo que pense en realizarme como ser pensante: los años de servicio a la sociedad han agudizado mis sentidos, lo cual agradezco sin haberlo planeado, es uno de los valores agregados a otros que he conservado y desarrollado y curiosamente he sido libre e inexplicablemente, o al menos así me considero, pero esto es solamente algo, lo que me llamo la Atención fue el pin metálico, por las características del mismo y por mi experiencia en Materiales Peligrosos al momento pens: ¿quienes lo abran elaborado y el costo en salud y ambiental?, por lo que revise el estuche y encontre BOX MADE IN P.R.C., al no saber, busque en intrenet, pense previamente en Philipinas, algun país Arabe, Africano o Asiatico, ya que normalmente en México se graba como MADE IN CHINA, y efectivamente cada cosa que producen tiene un costo social y ambiental alto y lo mismo ocurre en cualquier país por el tipo de materiales y procesos artesanal o industrial. La Anécdota me confirmo, lo que presenti o intuí, puesto que haya tantas cosas que consumimos o adquirimos sin estar conscientes de lo que provocamos o promovemos sin saber o sin nuestro consentimiento. Solo deseo que esto que para mi es un premio y un reconocimiento que se me otorga, no signifique deterioro en la salud de alguien o daño a la biovidersidad biológica, los ecosistemas y los recursos naturales del planeta, de lo contrario será una enorme contradicción de parte de la institución que laboro, donde nuestra misión es el desarrollo sustentable.Invariablemente lo conservare con conocimiento de causa y con respeto en la magnitud que debe ser.

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