Siset, que no veus
l´estaca…
LLuís
Llach
Hay que quitarse la barretina
ante la hábil jugada de Artur Mas. Su partido, CDC, ya divorciado de Unió, y en
predecible retroceso (recortes, corrupción 3%, …), ha logrado, en connivencia
con ERC y otros estamentos de la sociedad civil catalana, crear una opción
electoral que, parece, está prendiendo en muchos catalanes.
La idea de la independencia (la
secesión del Estado español, mejor dicho) seduce a mucha gente. Y, como dice
Isaac Rosa en su artículo ¿Puede ser el 27S lo mejor que le pase a España? los deseos de marchar están presentes en gran parte de la población española, independientemente
de su lugar de residencia.
Centrémonos en el caso catalán. El
mensaje que se nos da (vía catalana, es decir, vía TV3, Catalunya Ràdio, Ara,
El Punt/Avui,…) desde “Junts pel sí” es el siguiente: La solución para
Catalunya pasa por alcanzar la independencia –o sea, la secesión- del Estado
español. Por tanto se trata de plantear las elecciones en clave plebescitaria.
“Junts pel sí” pretende aglutinar
todas las sensibilidades desde la izquierda hasta la derecha para empujar en un
única dirección: ¡IN- INDE-INDE-PEN-DÈN-CI-A!. Supuestamente, una vez logrado
el anhelado cisma, y ya con un nou Estat
d´Europa, se disolvería el Parlament y habría elecciones “normales”, con
sus izquierdas, sus derechas, sus centros, etc. Igual que en cualquier país
civilizado, como diría Maruhenda.
La CUP mantiene la confluencia
estratégica por el inicio de un proceso constituyente catalán, pero, con buen
criterio, a mi juicio, no confluye electoralmente con Artur Mas y Cía. ERC, que
tiene (mucho) más de catalanista que de izquierdas -así lo admite su líder
Oriol Junqueras-, sí.
Ni que decir tiene que el resto
de partidos no tiene por qué seguirles el juego; al fin y al cabo, lo
verdaderamente cierto es que se trata de unas elecciones para establecer la
composición del Parlament, y la
posterior formación de un –espero- nuevo Govern.
Josep Fontana, en una entrevista
reciente, es preguntado por las próximas elecciones catalanas. El historiador
catalán no ve a corto ni a medio plazo la posibilidad de la secesión de
Catalunya. Teóricamente existen dos vías: la negociada y la de la fuerza. ¿Por
qué –argumenta Fontana- iban los gobiernos españoles a desprenderse de una de
las mejores vacas? Ningún gobierno español, a día de hoy, lo haría. En cuanto a
la vía de la fuerza, ¿qué fuerza tiene Catalunya? ¿Acaso los Estados Unidos de
América correrían en su apoyo? ¿Tal vez lo haría Unión Europea, esa misma que multa
por exhibir banderas independentistas en la final de Champions?
Pero supongamos que Josep Fontana
estuviese equivocado, que sí fuese posible la secesión y que la mayoría de la
población catalana la desease (habría que fijar qué entendemos por “la
mayoría”; otro tema controvertido). Todo esto es mucho suponer, pero hagamos
ese esfuerzo. ¿Sería entonces deseable, desde una perspectiva netamente de
izquierdas - si es que el vocablo sigue teniendo vigencia- confiar en una
opción como el “Junts pel sí”, con Artur Mas, y CDC al frente? En mi opinión,
rotundamente no.
Es ingenuo pensar que el papel de
la derecha catalana no iba a tener efectos (perversos) en la gestación del
nuevo Estado; en su estructura, en su armazón jurídico. En ese periodo de
gobierno constituyente habrá que determinar aspectos fundamentales del nuevo
Estado como, por ejemplo, el régimen electoral, ¿aplicación de la Ley d´Hont?
¿Seguir priorizando el peso del voto rural, tradicionalmente más conservador? etc.
Concluyendo, me temo que si el próximo President vuelve a ser Artur Mas (el tapado de la lista), nos esperan
cuatro añitos más de gobierno liberal, de recortes y de miseria.
Nos la quieren meter doblada, la
estaca. Que las banderas no nos hagan bebernos el entendimiento.
Me encanta el irónico guiño a Lluís LLach
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