Como cada año por estas fechas
tan sensibleras, TV3 apela a la conciencia de los ciudadanos para colaborar con
donativos por una “causa justa”. La
especialidad de La Marató de TV3 es la obtención
de recursos económicos para la investigación científica de
enfermedades que, hoy por hoy, no tienen cura.
Últimamente, y en clara relación
con la crisis económica, están proliferando este tipo de iniciativas. Y esto me
preocupa.
Siempre he pensado que la limosna
es un acto de limpieza de conciencia por parte de quien la da, y de una miserable
prórroga para quien la recibe. Y en todo caso, jamás ha servido para erradicar
la pobreza.
Desde una concepción
individualista de la sociedad; la postulada por la ideología neoliberal
–recordemos que Margaret Thatcher decía que la sociedad no existía, que sólo
existían individuos y familias-, desde
esa perspectiva, tal vez tenga sentido la limosna o los donativos.
Sin embargo, para los que creemos
en otro tipo de sociedad, esa demostración de solidaridad estaría, en mi
opinión, mal encauzada.
Si entendemos, y no debe ser tan
extraño cuando se contempla también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que todas
las personas tienen derecho a una vida digna, ¿quién es responsable de velar
por el cumplimiento de ese derecho cuando las personas por si mismas no pueden
acceder a esa dignidad? En mi opinión, el Estado. O sea, las instituciones que
conforman el Estado.
A menudo, cuando hablo de este
tema con amigos o familiares la réplica suele ser: “Ya, debería ser el
Gobierno, pero si ellos no lo hacen, ¿qué?, ¿dejamos que se mueran?, ¿no
colaboramos con la financiación en investigación de enfermedades?
Admito que no tengo una respuesta
del todo convincente para ellos. Y sin embargo, sigo pensando que es un error.
No exigir a los Gobiernos que cumplan su cometido, y hacerles el trabajo, no
soluciona los problemas, y, además, les sirve en bandeja de plata una coartada
perfecta para desatender sus responsabilidades. Sería fantástico que estas
fundaciones que organizan estas campañas solidarias, en lugar de exigir dinero
a los ciudadanos, exigieran responsabilidad al Gobierno. Pero sospecho que eso
no les interesa.
En este circo de donaciones lo
más patético se produce cuando grandes empresas como El Corte Inglés o
Microsoft, por poner algún ejemplo, presumen de solidaridad mediante donaciones,
que pueden parecen considerables para un ciudadano pero que son calderilla para
ellos. Evidentemente, para estas empresas se trata de un intento de limpiar su
imagen, y no un acto generoso y desinteresado. Esas mismas empresas, no tienen
remilgos en explotar a sus trabajadores, y en pagar los menos impuestos
posibles, no fuera que con esos impuestos se atendieran gastos sociales.
¡Hipócritas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario