¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.
De “La vida es sueño” de Pedro Calderón
de la Barca
Hace unos años asistí a una
conferencia en Avilés del profesor de
economía de la Universidad de Barcelona Daniel Raventós. La conferencia versaba
precisamente sobre Renta Básica Universal. Resultó una charla no sólo
interesante sino también muy ilusionante. El doctor Raventós es una de las
personas que más ha estudiado esta propuesta en nuestro país.
Según el profesor con algunos
cambios en el Impuesto sobre la Renta, es decir, atendiendo a la progresividad
fiscal (tal como recoge la Constitución Española), sería perfectamente posible
aplicar una renta básica para todos los ciudadanos.
Entonces este tema no formaba
parte del circo mediático, así que guardé estas enseñanzas en el disco duro de
mi cabeza para utilizarlas cuando las circunstancias lo permitiesen.
Ahora ese soplo de aire fresco
llamado Podemos ha sacado de los
cajones esta vieja propuesta y a muchos les ha entusiasmado. A mí también, pero
albergo algunas dudas.
La primera es cuestionarme si la aplicación
de una Renta Básica va a suponer una sustitución, en parte, se entiende, de
algunos de los servicios del Estado del Bienestar (sanidad, educación, pensiones,
desempleo, dependencia,…). Si el espíritu de la Renta Básica es entregar dinero
a los ciudadanos para que paguen totalmente o en parte servicios que ahora
proporciona en Estado no me vale. Prefiero avanzar en la calidad de los servicios
públicos, deteniendo primero la sangría de recortes y, a continuación, aumentando el presupuesto en gasto social,
que, por cierto, es de los más bajos de la Unión Europea.
Si, por el contrario, el espíritu
de la Renta Básica no es competir con
los servicios sociales sino ser un añadido, entonces me temo que va a resultar
muchísimo más complicado de implementar. Si el mero tufo a Renta Básica, per se, ya ahuyenta a muchos, y no sólo
de la derecha, no quiero pensar las vestiduras que se rasgarían si pedimos la
Luna.
Bien, seamos optimistas.
Supongamos que la Renta Básica no va suponer una merma en los servicios
públicos y que hemos logrado una mayoría parlamentaria para dar vía libre a la
implantación de una renta básica universal. ¿Cuáles serían los efectos?
Parece lógico suponer que implicaría una
mejora económica para la mayor parte de la población. ¿Erradicaría la pobreza?.
En algunos casos sí, en otros la mitigaría y en otros no. Depende de lo pobre
que sea uno. ¿Acabaría con la marginalidad?. No me parece; para combatir este
problema son necesarios otro tipo de actuaciones, y no me refiero a la policía.
¿Se sentirían los trabajadores
más fuertes a la hora de negociar sus salarios y demás condiciones de trabajo?.
Teóricamente sí, pero ¿y en la práctica?
A mí me da por pensar mal y me
imagino una situación que ilustraré con un ejemplo. No sé lo que gana un camarero. Imaginamos que
en la actualidad un camarero en un local X (quiero decir en uno local
indeterminado, no necesariamente X), gana 1200 euros por 8 horas de trabajo
(que en realidad son 9 ó 10).
Imaginemos que se implanta la
Renta Básica. El local X necesita un camarero y si antes pagaba 1200 euros
ahora ofrece 600. El dueño le dice al candidato: “Macho, te ofrezco 600 euros,
qué más quieres, con lo que te da el Estado tienes pa´ vivir de sobra, ¿o es
que te quieres hacer rico a mi costa? A lo mejor ese candidato le responde: “¡Pues
métete el trabajo por el culo, yo no me dejo la piel por 600 euros, explotador
de mierda!”.
Y así con varios candidatos que
sistemáticamente rechazan ser sobre-explotados. Pero hete aquí que llega otro,
que por las razones que sea, necesita imperiosamente esos 600 euros que le
ofrecen. Y acepta el trabajo.
La duda planteada en términos más
generales sería la siguiente: ¿podría le Renta Básica, en un efecto contrario
al buscado, suponer una bajada de salarios, al menos en algunos sectores, toda vez que el empleador la utilizaría como
coartada para presionar a la baja?
Otra duda que me asoma es si la
llegada de ese dinero al mercado de bienes y servicios cotidiano –un dinero que
antes estaba en la burbuja financiera- pudiera suponer un alza de precios. Si
la inflación no es alta tampoco esto sería un gran problema.
¿Estimularía el consumo? Sin
duda, pero no estoy tan seguro de que eso sea una buena noticia. Depende del
tipo de consumo. Pero este es otro debate que sería prolijo abrir ahora.
¿Favorecería la igualdad entre
hombres y mujeres? Podría ayudar en lo económico, pero lo imprescindible, pienso, son
los cambios de mentalidad, y aún estamos lejos.
En definitiva, y para ir
concluyendo, me parece muy positivo introducir el tema de la Renta Básica en el
discurso político, aunque sólo sea para reforzar la idea de que es necesario
abandonar las políticas que incrementan las desigualdades y retomar, una vez
más, la lucha por una mayor democracia, mayor igualdad, más solidaridad y –lo
que es más ambicioso- otra sociedad más justa, sana y feliz.
Mantengo algunas dudas sobre la
Renta Básica, pero el debate es interesante, sin duda.
Gracias, jregadera. Muy interesante...
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