Un alma triste puede matar con más rapidez que un germen
John Steinbeck, Viajes con Charly
A menudo me gusta creer que llego
a los libros por casualidad; pero no es cierto. Cuando uno bucea por un tipo de
literatura o de temática es normal que acabe tropezando con determinados
títulos.
Así pues, fue la causalidad y no el azar la que me
condujo a un ensayo excelente y muy recomendable: Desigualdad. Un análisis de la
(in)felicidad colectiva, de Richard Wilkinson (economista) y Kate
Pickett (antropóloga). El original en ingles: The Spirit Level. Why More Equal Societies Almost Do Better.
El libro se inicia planteando la
aparente paradoja de que en el momento actual, en la cima de los logros materiales
y tecnológicos, nuestras sociedades parecen haber fracasado en lo social.
El estudio de diferentes problemas
sociales y de salud en distintos países desarrollados se compara con la
desigualdad económica. A lo largo del libro se estudian variables como las enfermedades
mentales, la esperanza de vida, la obesidad, las madres adolescentes, el rendimiento
escolar, los homicidios, las tasas de población reclusa, etc.
A partir de datos se elaboran
multitud de gráficos que muestran esa correlación, y muchas veces causalidad, entre
desigualdad de renta y problemas sociales y de salud. Así, estos problemas son mucho más
frecuentes y nocivos en países muy desiguales como Estados Unidos y Reino
Unido, y bastante más contenidos en los países menos desiguales como Finlandia,
Suecia, Noruega o Japón.
Los autores demuestran que
disminuir las diferencias en la renta no solo beneficia a los más pobres, como
es fácilmente de ver, sino también, y
ahí está el quid de la cuestión, al conjunto de la población.
Simplificando, técnicamente
existen dos modelos para igualar rentas: mediante la redistribución a través de
los impuestos, como hacen con bastante éxito los países nórdicos, o bien, como es
el caso curioso de Japón, mediante una rentas brutas similares para la generalidad
de los trabajadores, es decir, que al parecer no existen grandes diferencias
salariales en el país nipón.
Los autores defienden la
utilización de ambos caminos; ¿por qué luchar con una mano atada?
Los últimos capítulos están
dedicados a distintas propuestas que deberían tomar tanto gobiernos como
individuos para construir sociedades más igualitarias, y por tanto más felices
y sostenibles.
***
Parece ser que este ensayo es
bastante conocido en su ámbito. Yo supe de su existencia a través de un artículo
del economista catalán Miquel Puig en el diari ARA. "Espanya és o no és el país més desigual d´Europa"
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