sábado, 25 de marzo de 2017

Gijón, città aperta


Ayer Gijón era una ciudad ocupada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Un despliegue policial sin precedentes, al que no estamos acostumbrados por estos hórreos. La razón argüida era el supuesto riesgo para la seguridad ante un partido de fútbol donde jugaba la selección de Israel.

Veamos los antecedentes. En enero de 2016, el pleno del Ayuntamiento de Gijón aprobó con los votos de Izquierda Unidad, Xixón Sí Puede y PSOE una declaración formal denunciando la violación sistemática de los derechos humanos por parte de Israel. Pero, la designación de Gijón como sede del partido de fútbol España-Israel llevó a que el pasado 9 de marzo, el Ayuntamiento, con lo votos de PSOE y Foro Asturias, revocara el acuerdo favorable al BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones, contra la colonización, el apartheid y la ocupación israelí).

La plataforma TARJETA ROJA A ISRAEL convocó para ayer, coincidiendo con la presencia de la selección israelí, una manifestación contra el Estado de Israel.

Salvo en la manifa, yo no vi muchos policías. Se encontraban -según airearon los medios- en los sitios calientes (¡guau!): estaciones de tren, estación de autobuses y aledaños de El Molinón.  Eso sí, no pude librarme en toda la tarde del molesto kra-kra-kra… de los rotores del helicóptero de la Benemérita.


¿De verdad era necesario todo este despliegue? 

Todo me parece muy exagerado. Cada vez que se produce una de estas Mise-en-scène me cuestiono si obedece realmente a peligros reales o potenciales, o, si por el contrario, hay otras razones ocultas. A veces también me pregunto hasta qué punto los propios actores (los policías, la guardia civil,…) son conscientes de que sólo están actuando…No lo creo, a tenor del realismo de sus actuaciones. 

Vale, no siempre es teatro; a veces efectivamente nos protegen de los malos –¡por favor, que alguien me diga quiénes son los malos!-. Pero, me apostaría un guisante a que la mayoría de las veces, lo que se busca es transmitir a la ciudadanía  ciertos mensajes. Por ejemplo, presentar como peligrosos a quienes, salvo excepciones, se manifiestan pacíficamente contra el orden establecido. O, como en este caso, contra un Estado que inflige terror (¿Estado terrorista?)

En una sociedad donde todo es espectáculo, o susceptible de serlo, las demostraciones de fuerza tienen también su cometido. 

En una sociedad donde, como cantaría Serrat,  ellos dicen lo que es malo y lo que es bueno (y quiénes son los malos y quiénes, los buenos), parece, no obstante, necesario recordarlo a cada instante. Propaganda por un lado: obsérvese el tendencioso, as usual, tratamiento que periódicos asturianos y estatales han dado a la lógica respuesta de repulsa a la visita de la selección israelí. Y, por otro lado, uniformes, porras, pistolas y helicópteros para lo que no saben leer la prensa y entender el telediario. Y de paso, para enviar un mensaje a la mayoría dócil, gente de orden y de bien; no se les ocurra ni por un instante coquetear con el bando contrario.

Ayer, como era previsible, la manifestación fue pacífica. El Molinón, que se llena cada domingo que juega el Sporting, registró una triste entrada para ver a la Selección. Creo que el partido lo ganaron los buenos





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