domingo, 12 de diciembre de 2010

La comunicación asertiva

Estos días estoy haciendo un curso sobre comunicación asertiva. Una de las tareas a realizar consiste en recrear una situación real o imaginaria en la que se ponga de manifiesto las habilidades de escucha activa y de mensajes-yo. La escucha activa consiste básicamente en una escucha donde el receptor muestra interés por lo que dice el emisor. Esto se percibe en signos externos como los gestos y la misma interacción entre emisor y receptor. Los mensajes-yo son aquellos que sirven para hacerle ver a alguien que su actitud no te ha parecido correcta. Utilizar el “tú” siempre resulta más agresivo: “(tú) siempre me haces lo mismo”, “(tú) eres un…”, etc. Es preferible -dice la teoría- elaborar las frases en primera persona: “A mí me resuelta molesto cuando….”, “Que ocurran estas cosas me hace sentir….”, etc.
Bueno, el caso que imaginé es el siguiente. La tutora me dijo que había entendido los conceptos y que, además, había conseguido levantarle una sonrisa.


El marido llega a casa y sorprende a su mujer con otro hombre en la cama haciendo el amor.
El marido, que viene de un curso de habilidades sociales y concretamente sobre comunicación asertiva, quiere poner en práctica lo aprendido aunque tenga que controlar la furia que la situación le ha provocado.
-Buenas tardes, cariño
-Ooooooh, ¡puedo explicarlo…!
-Tranquila, querida, no te pongas nerviosa, mira que calmado estoy yo…
-es que…
-Veamos -la interrumpió- cuando este señor se vista y se marche hablaremos como personas civilizadas.
El intruso se viste y se va. La pareja se sienta en la mesa de la cocina frente a frente y con una actitud gestual que predispone a la escucha activa.
-Bien, querida, quiero que sepas que a mí no me gusta que mi mujer me sea infiel; eso me hace daño, ¿sabes?. Me siento mal, me hace pensar que no soy suficientemente válido para ti. Cuando llego a casa no me gusta encontrarme extraños en casa, y menos, si no se me ha avisado previamente. Más doloroso me resulta que mi esposa, a la que amo, se encuentre acompañada de un señor que no conozco y que se está tomando algunas libertades. No obstante, estoy dispuesto a escucharte, a tratar de comprender qué te ha impulsado a actuar de esta manera, y a buscar una solución para que en un futuro no se vuelvan a producir este tipo de situaciones.
La mujer no da crédito a la actitud del marido, siempre lo tuvo por una persona muy comprensiva. Esta semana, además, llegaba a casa contándole lo que había aprendido en el curso; lo entusiasmado que estaba con el mismo; le ponía ejemplos de comunicación asertiva,... ¡pero esto!…, esto era demasiado.
La esposa, viendo que había encajado tan bien la infidelidad pidió disculpas al marido, le dijo que entendía su estado de ánimo pero que él también debía comprender que ella se sentía sola, que pasaba muchas horas sin su compañía, que el marido entre el trabajo y los cursillos a los que se inscribía la tenía un poco abandonada, y claro,… estas cosas ocurren.
El marido reflexionó sobre lo que le había dicho su esposa. Era cierto, la tenía muy abandonada últimamente. Se sintió mal, tuvo remordimientos. De repente, lo vio claro: dejaría el cursillo y pasaría más tiempo junto a amada esposa.

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