El otro día acudí a un
centro de la sanidad privada para que me hicieran una prueba diagnóstica; nada
importante. La auxiliar de clínica que me atendió, en medio de la retahíla de
instrucciones para la prueba, y como si se tratara de un mero trámite –en cierto
modo lo es-, me mostró con aparente desdén una hoja para que firmara sin más
explicación que se trataba “lo de la
protección de datos”.
Imagino que muchos usuarios cuando les dan a firmar “lo
de la protección de datos”, lo firman sin chistar, sin leer y confiados. Sin
embargo, tal vez porque me gusta la lectura, tengo la mala costumbre de leer,
aunque sea someramente, lo que firmo. Así que tomé entre mis manos la hoja que
debía signar y la acerqué a mis ojos cansados para cerciorarme de su contenido.
La auxiliar se mostró levemente impaciente e insistió: “es lo de la protección de datos, sólo hay que firmar ahí”. No quise parecer descortés, pero me tomé mi tiempo
y finalmente rubriqué el escrito con un consentimiento parcial: de los tres
enunciados consentí en dos y denegué el tercero.
Por supuesto, no es la
primera vez que me enfrento a la famosa cláusula de “protección de datos personales”. Ustedes también habrán pasado por
ese trance repetidamente. Pero lo irónico del asunto es que esas cláusulas no
son, como arguyen sus instigadores, para proteger nuestros datos personales,
sino justamente para todo lo contrario.
No firmar nada relativo
a datos personales es, con la Ley en la mano, la mejor garantía de que nuestros
datos no tendrán más uso que aquel para el que fueron proporcionados, a saber:
ofrecer al cliente el producto o servicio contratado, rien d´autre. Así que cuando nos den a firmar una de esas
cláusulas, grrrrrrr… ¡ojo avizor! Lo que firmamos no es en puridad para la protección de nuestros datos sino para
la desprotección de los mismos. Es
decir, para otorgar a la entidad la posibilidad legal de otros usos distintos al
primigenio.
Cabe preguntarse si el
consentimiento para otros fines puede beneficiarnos. Es posible que en ocasiones
así sea, pero, por favor, no nos tomen por demasiado idiotas.
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