Dicen los psicólogos que a los
niños no se les debe pegar pues la violencia genera violencia. Algunos matizan
que aunque no es deseable un cachete sería el último recurso. Ah, ¿pero es un
recurso, aunque sea el último?
Bien, pues si así fuera eso mismo
pienso yo del reciclaje: debería ser lo
último. Sin embargo, la sabiduría convencional nos presenta el reciclaje
como la panacea del respeto al medio ambiente. Y es que el capitalismo sabe
adoptar como nadie a sus enemigos; hoy en día esta de moda “lo verde” y
ser environmentally
friendly.
En ecología se suele hablar de
las tres “R”: “Reducir”, “Reutilizar” y “Reciclar”. Y ese orden es fundamental.
En mi opinión, la más importante,
con diferencia, es la primera. Al menos en el mundo desarrollado deberíamos
reducir el consumo. ¿Es realmente necesario cambiar de teléfono móvil cada seis
meses?, ¿Comprar una smartTV cada dos años?, ¿adquirir aparatos cuya utilidad
resulta bastante poco justificable?
A través de la obsolescencia
planificada (diseñar los aparatos para que duren menos de lo que
podrían durar), y la obsolescencia percibida (desechar lo
que todavía funciona simplemente porque nos parece anticuado), las empresas
fomentan un consumo desenfrenado.
Una amiga mía, a la que llamaremos
Bibiana para preservar el anonimato, va más lejos: ¡Esto del reciclaje es una
gran estafa! –de hecho, ella utiliza palabras más gruesas-: Nosotros separamos
los desechos para ser reciclados, pero en realidad, dificultades técnicas
impiden que gran parte pueda ser reciclada, sin contar con los gastos
energéticos del proceso en sí. Por otro lado, inocular en los ciudadanos la
idea del reciclado sirve para transmitir la percepción de que podemos comprar
hasta el infinito.
Tiene razón. La profusión con que
se habla de reciclaje, al tiempo que se omiten las otras dos “R”, parece dar la
sensación de que el consumo sin límite es posible, proporcionándonos, asimismo,
una coartada perfecta para seguir
consumiendo.
Los recursos de la Tierra son limitados. Dicen
los expertos que si todo el mundo consumiera como los EEUU serían necesarios 5
planetas como el nuestro, y si lo hiciera como en España harían falta tres
planetas azules.
Si el cachete sobre el niño
genera violencia, el reciclado mal entendido genera consumo irresponsable.
Pero claro, los poderes públicos y
la sabiduría convencional seguirán fomentando la violencia consumista. Vestida
de verde, eso sí.
Ciertamente debemos empezar a cuidar el planeta. Vivimos en él como si fuésemos a ser sus últimos ocupantes.
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