Cuando los ingleses colonizaron la India consiguieron mantener
su poder durante dos siglos enfrentando entre sí a los distintos pequeños
reinos que habitaban tan vasto territorio.
Esa misma estrategia de dominio
ha sido utilizada por todos los pueblos conquistadores a lo largo de la
historia. Desde Hernán Cortés hasta Winston Churchill.
En noviembre de 2010 el gobierno
de José Luís Rodríguez Zapatero escenificó un enfrentamiento entre un colectivo
de trabajadores: los controladores aéreos de AENA y la patronal, en este caso la Administración , que
tenía como jefe al inefable José Blanco. La mayor parte de la población de este
país aplaudió con las orejas la firmeza de un gobierno frente a unos súper
privilegiados millonarios.
Posiblemente el carácter
ancestralmente envidioso de los españoles y la inestimable colaboración de la
prensa decantaron el partido a favor de la patronal-Administración. Creo que
ese fue el primer acto de lo que seguiría a continuación, una especie de ensayo
nuclear, nuestro particular Hiroshima. Se propició el primer enfrentamiento
entre trabajadores; entre un colectivo ciertamente muy bien pagado y el resto.
Y funcionó.
El segundo acto de esta misma
estrategia llegó con los funcionarios. Esos otros trabadores privilegiados cuyo mayor pecado, aunque
no el único, es poseer un puesto de trabajo para toda la vida.
También resultó. La incomprensión
y/o la envidia del resto de trabajadores hacia ese colectivo posicionó al
grueso del resto de trabajadores contra los empleados públicos.
Más tarde llegarían otros
enfrentamientos, también orquestados desde el poder, entre distintos colectivos
de trabajadores (trabajadores contra parados, trabajadores fijos contra
trabajadores eventuales, trabajadores contra jubilados, autóctonos contra
inmigrantes, etc.)
La vieja estrategia del divide y
vencerás. Mientras, allá arriba está el verdadero enemigo: esa entente formada
por el poder financiero, la banca, y las grandes corporaciones. Desde sus
despachos decorados con cuadros con escenas de caza – ¡qué lograda ironía!-,
desde sus poltronas de piel, dictan a las instituciones políticas lo que deben
hacer, es la democracia.
En realidad, el enfrentamiento –y
cuando antes nos demos cuenta mejor- es entre el mundo del trabajo y el del capital.
En los años setenta las rentas de trabajo llegaban a un 72,4 % del PIB en
España. En 2012, por primera vez en la historia en este país las rentas de
capital superan a las rentas de trabajo, o sea, la tasa de beneficio de las
empresas supera en porcentaje del PIB a los salarios. Eso es sencillamente
escandaloso.
Así pues, no nos confundamos de
enemigo. Los culpables de la crisis no son los funcionarios, ni los viejos que
no se mueren ni a tiros. Tampoco los inmigrantes –que contrariamente a lo que
mucha gente piensa- son necesarios en nuestra envejecida sociedad. Los
culpables son los señores que ostentan el verdadero poder: los grandes magnates
de las finanzas y del gran capital.
Si me tiran de la lengua, les
diré que ni siquiera la culpa es de ellos; al final el problema, como dijo
Marx, es del propio sistema, del capitalismo. Pero eso ya es materia para otro post.
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