sábado, 22 de febrero de 2014

Desastres ¿naturales?

Hace unos días estuvimos debatiendo en clase de inglés sobre desastres naturales.
Por "desastres naturales" convenimos entender aquellos fenómenos violentos causados por las fuerzas de la naturaleza sin que mediara la acción de la mujer (o del hombre). Es decir, terremotos, erupciones volcánicas, huracanes en América; tifones, que es lo mismo pero en Asia, tsunamis, inundaciones, sequías extremas, etc.

Para simplificar imaginemos que, efectivamente, los seres humanos no tengamos nada que ver con estos fenómenos. Digo imaginemos porque en algunos casos ello no es del todo así. Es muy posible que el actual cambio climático –el único en la Historia de la Tierra causado por causas antrópicas- tenga relación con algunos fenómenos atmosféricos. Que actividades extractivas como el fracking, -que es como el fucking pero en la corteza terrestre-, puedan tener efectos “naturales” no deseados –como con el fucking-. O que tratar de encauzar o redirigir cursos naturales de agua, pueda ocasionar crecidas muy perjudiciales para el entorno. La naturaleza es indómita y a menudo lo olvidamos.
Pero bueno, dejemos de lado esas sutilezas

Algo que me pone de muy mal humor –algo más, quiero decir- es que cada vez que se produce un desastre natural, los medios de comunicación, la opinión pública, e incluso mis compañeros de clase de inglés, omiten aspectos estrictamente humanos que guardan relación con las consecuencias que estos desastres naturales producen.
Con un ejemplo se entenderá lo que quiero decir. Un terremoto de una magnitud “x” en la escala de Richter causa cientos o miles de muertos en, por ejemplo, Honduras o Nicaragua; y sin embargo, un terremoto de la misma magnitud apenas causa daños en San Francisco o en Japón. La razón es obvia: en estos lugares los edificios y las infraestructuras están preparados para resistir movimientos sísmicos. Y ello es debido a que estos países son ricos y se lo pueden permitir. Salvaron sus vidas y sus bienes gracias al poderoso caballero, don Dinero.

Los Mass Media no están interesados en entrar en este debate. Adentrarse en él podría conducir a cuestionar la cuestión de la riqueza y de la pobreza, la distribución y sus causas. No vale la pena…
La opinión pública tampoco está mucho para pensar, habiendo fútbol cada día. Así pues, condicionada por el enfoque mediático, se limita como mucho a lamentar: “Pobrecitos, encima que son pobres han tenido la mala suerte de sufrir un terremoto”. ¡No señor!, precisamente porque son pobres han muerto tantos y han perdido sus frágiles y humildes viviendas.

Pienso que a raíz de mis críticas, siempre incómodas -no es por presumir-,  una compañera intervino en el debate afirmando que si bien un desastre natural podía causar bastantes muertos en Centroamérica –y esto lo dijo rápido, como de pasada, como si se sacudiera el polvo de la americana-, lo cierto es que las pérdidas económicas – aquí ralentizaba el discurso para darle énfasis- que un desastre natural podría ocasionar en la costa Este de EEUU y más concretamente en Nueva York, podrían ser incalculables (y lamentables –debía pensar-).
¡Oh, my God! – me dije para mis adentros-, ¿cuáles son nuestros valores?...

En definitiva, y volviendo al tema central, creo que una expresión tan aséptica como “desastres naturales”, conduce a eximir de responsabilidad a los seres humanos. Sin embargo, es evidente que el reparto de los muertos que aquellos ocasionan guarda relación, no solo con la comprensible ira de la diosa Tierra, sino también con las formas de organización social, así como con las actividades del hombre (y de la mujer). 




No hay comentarios:

Publicar un comentario