sábado, 6 de julio de 2013

Cómo leer la prensa sin volverse imbécil

El otro día estaba yo en la terracita de un bar muy a gusto leyendo la prensa. Estaba a gusto porque el tiempo era agradable, y estar al exterior en una terraza sin niños a tu alrededor es una experiencia fantástica. Todo resultaba idílico salvo por un detalle: la prensa. Pero esa es una batalla perdida. Al igual que los niños pequeños que, por curiosidad científica, se llevan una mierda de perro a la boca, yo siempre que puedo hojeo la prensa a sabiendas de que  me va a poner de muy mala leche.
Creo que la única información cierta que puede proporcionarnos un periódico es la fecha del mismo y el horóscopo. Todo lo demás es publicidad (Renault, El Corte Inglés, Samsung,…) y propaganda (“Los expertos vaticinan la salida de la crisis para el año que viene”,... Esta frase es como el chiste aquél de José Mota:”te lo voy a devolver, sí, pero hoy no,….mañaaana”.
Bien, mientras leía “La Nueva España”, un periódico asturiano cuyo título ya haría arquear las cejas en algunos rincones de este país, sumí mis pensamientos en las estrategias que tiene el ciudadano para combatir la avalancha ideológica que se inocula cada día a través de los Mass Media.
La opción más sencilla es imitar a Jeremiah Johnson, hacer la mochila e huir a las montañas. Abandonar la “civilización”. (Creo que lo llaman así).  Pero no es una opción socialmente sostenible: no hay montaña pa´ tanto chorizo.
Mi consejo, que vengo aplicando de manera más o menos consciente desde hace años, e inconscientemente desde hace muchos más, es desconfiar de TODO lo que cuenten los periódicos y la televisión. ‘Se  non è falso…poco le manca. (Perdón por mi italiano, es de Barcellona).
Tuve un profesor de Historia –ahora me estoy poniendo más erudito- que decía que la Historia servía básicamente para leer un periódico. Es otra manera de expresar aquella idea tan conocida de que hay que conocer el pasado para comprender el presente. Que a su vez me trae a la memoria otra mucho más inteligente -y prudente, a mi entender- del historiador Pierre Vilar que, cual hábil trilero, cambia el orden de los verbos: “Hay que comprender el pasado para conocer el presente”.
Efectivamente, para no dejarse engañar por la prensa hay que conocer la Historia. Pero no solo la Historia, también es aconsejable tener cierta formación científica, así como conocimientos de filosofía, de economía, de Derecho, de geografía, de sociología, de literatura, etc. Uff!
Dado que esa tampoco es una opción realista –algún lector ya habrá empezado a hacer la mochila (véase la primera opción)- mi recomendación es aplicar la técnica de que te entre por un ojo y te salga por el otro (no especifico cuál).
Así por ejemplo:
Cuando en política internacional la prensa critique sistemáticamente a un personaje y trate con simpatía a otro, desconfía: seguro que el bueno es el malo”. No sé si me explico.
Desconfía también de los guapos; Capriles es el guapo, ¿no?
Cuando te digan que tales medidas económicas son necesarias, piensa que, efectivamente, son necesarias para que a algunos les siga yendo muy bien.
Cuando a alguien le den un premio en reconocimiento por su lucha por la democracia y la libertad, seguro que tiene un pasado nazi.
Cuando se habla de un grupo terrorista, pregúntate quién decide qué es terrorismo y a quiénes se tilda de terroristas.
Cuanto un periódico haga una crítica positiva de una novela reciente, pregúntate si no estará editada por el mismo grupo editorial que el periódico que hace la reseña.
Desconfía también de los premios Nobel de la Paz (e.g. Henry Kissinger, Barack Obama,…)
Cuando a una película le den muchos premios Oscar, seguro que es mala.
Cuando te digan que Isco se ha declarado madridista de toda la vida, no le pidas que bese el escudo.
Cuanto te digan que mañana hará buen tiempo, seguro que llueve.
Cuando te suene el despertador, apágalo, seguro que es un sueño.

Recapitulando, si no quieres ser engañado por los medios de desinformación tienes tres opciones: la primera, huir a las montañas donde no alcance el servicio de correos (la mensajería privada seguro que no llega). La segunda alternativa consiste en estudiar y leer mucho y variado. Y, finalmente, si no te apetece lo primero y no tienes tiempo o ganas para lo segundo, por favor, no cojas un periódico, y si lo coges, no lo abras, y si lo abres, no lo leas, y si lo lees, no lo comprendas, y si finalmente lo comprendes, no te creas lo que dice.





3 comentarios:

  1. Hombre, esta claro que no hay que creerselo todo, pero lo que tu planteas es la paranoia pura y dura...

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  2. Bueno, el tono del escrito es un poco bromista y desenfadado, pensaba que se captaba...

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  3. Sobre el tema que tratas en tu entrada, acabo de leer en el periódico LNE, de 16 de junio, una entrevista que hacen al escritor Martín Casariego( Madrid.1962) en relación a su último libro "Un amigo así", y que dice que "la literatura se ocupa de los temas eternos vistiéndolos de manera diferente". Dice el autor que su novela en ,entre otras cosas, un canto a los periódicos de papel y un lamento por su posible conversión en objeto raro. Por eso incluye la cita de Pierre Villar " la Historia debe enseñarnos, en primer lugar, a leer un periódico. Es decir, a situar las cosas detrás de las palabras".
    Es un poco largo este mi comentario, pero ha sido la casualidad de haber leído tu entrada y a continuación LNE.
    Laura

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