La señora está satisfecha de la compra. Ha adquirido un juguete para su nieto en Toys´R ´Us (“los juguetes somos nosotros”!) por sólo ocho euros.
¡Ocho euros!, ¿Cómo es posible que esto cueste sólo ocho euros?. Parece una pregunta retórica. Ella no espera respuesta –no quiere respuesta-, simplemente se enorgullece de haber conseguido una ganga.
Sin embargo, su yerno, especializado en meter los dedos en las llagas, le responde. Fácil, ese juguete lo habrán hecho unos esclavos en China, en Tailandia o en Filipinas, ¿quién sabe?. Puede que incluso sea un niño o una niña de once o doce años que trabaja más de doce horas al día por 2 ó 3 dólares por jornada.
La suegra cambia de tema, ¿para qué cuestionarse esas cosas cuando su queridísimo nieto occidental va a ser tan feliz con el juguete? y al fin y al cabo, ojos que no ven…
El yerno persiste, busca la etiqueta, “Made in P.R.C”, ¿qué demonios será eso?. Tiene una intuición, busca en Internet. Efectivamente, se trata de China. Una burda estrategia para ocultar la procedencia del producto.
Hasta aquí la anécdota que podría ocurrir en cualquier hogar de nuestro entorno.
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En su excelente trabajo de investigación “NO LOGO, el poder de las marcas” Naomi Klein analiza distintos aspectos de las estrategias de producción y marketing de grandes empresas como Nike, Reebok, Adidas, Guess, Dolce Gabana, Levi´s, Benneton, GAP o Disney, así como las respuestas que ha habido –y sigue habiendo- para combatir esa forma de capitalismo salvaje que somete a seres humanos y degrada el medio ambiente.
En sus páginas conoceremos la mísera vida de los esclavos en las Zonas de Procesamiento para las Exportaciones (ZPE) donde se fabrica la mayor parte de la ropa, el calzado y los juguetes que consumimos en los países desarrollados.
Seres humanos que trabajan hasta la extenuación por salarios de miseria, sin seguridad social, sin posibilidad de organizarse para exigir mejoras laborales, pues el menor conato de revuelta social es reducido por el ejército o la policía. Talleres que llaman sweatshops (¡tiendas de sudor!). Niños trabajando. Mujeres que son despedidas con 24 ó 25 años porque son viejas, porque ya no trabajan con la eficiencia de las que tienen 16 ó 17. Otras que son contratadas por 28 días; renovables sólo cuando han sufrido la humillación de demostrar con sus ropas íntimas que no están embarazadas. Talleres en los que no es posible abandonar el puesto de trabajo ni para ir al baño. Algunos se orinan en su puesto.
Estas son sólo algunas de las experiencias y de los aspectos tratados en este ensayo, pero hay bastante más. Su lectura resulta imprescindible para comprender un poco el mundo en que vivimos.