Resumen de unas reflexiones de Héctor Ruiz Martín (neurobiólogo). El texto original, en catalán, se puede encontrar en https://equitatdigital.cat/malentesos-sobre-les-pantalles-que-enterboleixen-els-debats-educatius/
Conocer los pros y los contras de la tecnología es esencial para tomar las mejores decisiones cuando se trata de incorporarla al aula. Entre las razones que se exponen para cuestionar la presencia de dispositivos (pantallas) en el aula, con frecuencia se incluyen argumentos no fundamentados en la investigación.
Se trata de un debates
que no podemos rehuir porque la tecnología está en la sociedad para quedarse.
Veamos algunos de estos
argumentos.
Las
pantallas producen miopía
La miopía está asociada
a factores genéticos, pero su aparición y progresión se ve influida por factores
ambientales.
Los estudios sobre los
efectos oftalmológicos no cuentan con evidencias concluyentes que permitan
afirmar que las pantallas incrementen el riesgo desarrollar miopía. Sin embargo,
fijar la vista en un punto cercano (puede ser una pantalla o un libro) en
comparación con realizar actividades al aire libre, sí podrían tener más riesgos
de desarrollar la miopía. Por desgracia, leer mucho incrementa el riesgo de
desarrollar miopía.
Las
pantallas producen trastornos del sueño en los niños
Lo que sugieren los estudios
es que el uso de pantallas (incluida la televisión) antes de ir a dormir puede
retrasar la conciliación del sueño, presuntamente porque la luz brillante de la
pantalla pueden inhibir la secreción nocturna de melatonina, la hormona que
regula el ciclo sueño-vigilia. Asimismo, los videojuegos o las redes sociales
antes de ir a dormir pueden alterar el sueño ya que pueden provocar una activación
emocional. Además existe el riesgo de que posponer la hora de dormir.
Las
pantallas provocan que los niños tengan menos capacidad de atención
No existen pruebas de
que las pantallas tengan efectos persistentes en la arquitectura cognitiva de
las personas. Las pantallas nos resultan muy atractivas dado que nuestro
cerebro ha evolucionado de manera que nos atraen las promesas de una nueva información
que puede ser relevante para nuestros propósitos. Lo que ha cambiado con las
pantallas es la posibilidad de acceder a este tipo de información en cualquier
momento. Lo que tenemos, pues, no es una menor capacidad de atender sino
sencillamente más distracciones. Ha cambiado el entorno, no nuestro cerebro.
Las
pantallas provocan adicción
Las pantallas no tienen
ningún efecto adictivo per se. Las personas no se enganchan a las pantallas
porque tengan procesadores de textos (p.e. Word), hojas de cálcula (p.e. Excel)
o libros digitales. Aquello que pueda resultar atractivo son determinadas
aplicaciones. En especial, son muy seductoras las aplicaciones que
continuamente prometen información nueva que el cerebro estima como relevante,
como las redes sociales. De hecho, los adolescentes se encuentran en una época
del desarrollo que se define como hipersocial, y esto hace que la información
de carácter social resulte muy atractiva. No obstante, no se puede hablar de
adicción excepto en casos excepcionales.
En conclusión, la escuela no debe únicamente facilitar el uso de esta tecnología, sino educar en un uso responsable y productivo.