sábado, 13 de marzo de 2010

El billete de 10 euros y el papel higiénico

El otro día acudí a un supermercado alemán que presume con razón de precios baratitos y compré 30 rollos de papel higiénico de doble cara; también adquirí servilletas de papel. Todo ello me costó exactamente 10 euros, así que entregué un billete de 20 a la cajera y me devolvió otro de 10, el ticket y una sonrisa.
Corrí a casa y, sin apenas tiempo de guardar la compra salté al excusado. Conservaba en mi mano el billete de 10 euros, así que allí estábamos el billete, los rollos de papel higiénico y yo. Los tres compartíamos ese espacio en el que siempre me recluyo cuando quiero alumbrar alguna idea.

Empecé a divagar sobre los usos que permitían ambos objetos y jugué a imaginarme un intercambio de papeles.
En mi mente coloqué ese pedacito de papel rosado en el mismo angosto lugar que recorren los rollos de papel suave, y casi pude sentir su aspereza en mi piel. Llegué a la conclusión de que siempre que me encontrara en un aprieto preferiría un rollo de papel higiénico a un billete de banco cualquiera que fuese su valor (de cambio).
Luego me imaginé cargando a mis espaldas 30 rollos de papel higiénico intentando adquirir con ellos una entrada en la puerta de un cine. El empleado me miraba con las cejas arqueadas y me rogaba que dejara pasar al siguiente. Mi insistencia solo sirvió para que llamaran a seguridad.
En un supermercado intenté infructuosamente hacer mis compras con los 30 rollos de papel higiénico –“¡son de doble capa!”- Insistí. Un cliente perforaba su sien con el dedo índice.
Desalentado por tanta incomprensión me acerqué un local de alterne en busca de algo de cariño que pagaría con esa mercancía que, estaba convencido, allí apreciarían. Me equivoqué, la señorita que fumaba no medió palabra conmigo, hizo un ademán despectivo y acudió un tipo malencarado que me condujo a la calle.
Llegué a la conclusión de que, a pesar de la indudable utilidad del papel higiénico, nadie iba a darme nada por él. Debe ser eso que los economistas llaman valor de uso. El billete, por el contrario, un objeto frágil y completamente inútil para Robinson Crusoe en su isla desierta, posee en sociedad y por un mero convencionalismo, por una simple cuestión de confianza, un extraordinario valor de cambio.
Cuando acabé de reflexionar me di cuenta de la necesidad de renovar la escobilla, así que llevé el billete de diez euros y compré una en un chino.

3 comentarios:

  1. Me encanta este articulo y su ironia. Ademas todo depende del contexto. Me recuerda lo que nos paso hace unos dias a una amiga y a mi.Estabamos en una gran superficie valorando el precio de los rollos de papel higienico, en funcion de su doble capa o no y por que marca nos ibamos a decantar, ya que habia disparidad de precios. Y cosa curiosa, miramos en un lateral del paquete, y aparte de poner " de doble capa", tambien especifica los metros y los servicios por rollo. Concretamente 296.- Un chollazo ¡¡¡
    Pero es que esta elaborado a partir de una estudiada seleccion de fibras largas y cortas de celulosa pura 100%, que combinadas y microgofradas ( busca el significado) proporcionan una suavidad extrema, sin descuidar la absorcion.
    Anda, mira a ver si el billete de 10 euros te da todo esto en un momento de "apuro". Seguro que con el te llenas de mierda, doblemente.
    Laura

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  2. En mi casa de pequeño se usaba papel "El elefante", de una sola capa, y mas parecido al papel del billete de 10 Euros que al papel higienico actual... y hemos sobrevivido...

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  3. Yo también recuerdo vagamente este papel "El elefante", similar al que se emplea para envolver paquetes para Correos... Sobreviví, pero con secuelas...

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