El otro día mi
mujer y yo tuvimos secuestrada a
nuestra sobrina Carla por unas horas. Sólo en contadísimas ocasiones podemos
disfrutar de su compañía a solas. Mi mujer, que es muy cariñosa, aprovecha para
abrazarla, besarla, decirle lo mucho que la quiere, etc. hasta saciarla y más allá. Y yo experimento
con eso de hablar con niños, que es curioso.
Carla tiene nueve
años, casi diez, y, mi mujer sostiene que esa niña es mi sobrina favorita. No
lo creo. ¿Sólo porque es con la más me gusta estar? ¿Sólo porque siempre hago
referencia a ella en detrimento de los otros hermanos? ¿Sólo porque digo esto para Carla? ¿Sólo porque su nombre es el que más pronuncian mis
labios?¡Bobadas!, quiero a los tres por igual; a Carla, al otro y al otro.
La recogemos de una
actividad extraescolar, baloncesto. La llevamos a la cafetería del Grupo, el club
deportivo donde hace deporte. Le damos de merendar, un zumo de naranja, no quiere
comer nada, aunque lleva un bocadillo en la mochila. Y, finalmente, la llevamos
a la siguiente actividad, voleibol. Esto
mismo lo hace martes y jueves; lunes, miércoles y viernes va a gimnasia. No me
extraña que los niños de hoy en día estén estresados.
Durante la merienda
aprovechamos para interactuar con ella. Yo le pregunto qué tal el cole, y dice que bien, sin pasión. ¿Qué asignatura
te gusta más? Lengua, responde. ¿Qué has aprendido últimamente? Pues lo de las palabras
homófonas. Hago ver no que no he
entendido bien para gastar una broma que, en realidad, va dirigida a mi mujer. ¿Palabras
homófobas, dices? Ella me mira con cara rara, y repite pacientemente ho-mó-fo-nas. Ah, bien, le pregunto que qué es eso. Pues
palabras que se suenan igual pero que se escriben diferentes. Me pone varios
ejemplos: vaca/baca, olla/hoya,…
Pasamos a la
geografía. ¿Te sabes los continentes? Titubea…Europa, Asia,…La ayudo. Le recito
la famosa lista de los cinco continentes que todos aprendimos de pequeños, pero
rápidamente me corrijo. Me vendría bien un mapamundi en estos momentos. Le
advierto que, aunque en el cole le digan que Europa y Asia son dos continentes,
en realidad es uno, Eurasia. Si un continente es una masa enorme de tierra
rodeada de mar, Eurasia es nuestro continente.
¡Cuántas cosas se aprenden mal de
pequeño y luego cuesta una vida desaprenderlas para tratar de aprenderlas bien!
Me apiado de la
niña: no te compliques, Carla, si te preguntan en un examen pon lo que te digan
en la escuela.
Seguimos hablando
de sociales, me dice que también ha aprendido los conceptos (lógicamente no
utiliza la palabra “concepto”) de democracia
y de monarquía parlamentaria. ¡Boom!
Resoplo. Miro a mi mujer y ella me sonríe con complicidad. ¿Qué hacemos? Le pregunto
con la mirada. Ella me responde con palabras que son casi las cinco y media,
que hay que llevarla a voleibol.
Mejor, pienso,
que se divierta un poco…